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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama Soñando con el éxito como cowboy de exhibición, el joven e ingenuo tejano Joe Buck se traslada a Nueva York, donde comienza a trabajar como gigoló seduciendo a mujeres maduras de Manhattan. Joe pronto descubre que ese mundo no es como él se imaginaba, pero antes conoce a Rico "Ratso" Rizzo, un timador que lo quiere estafar. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Buck (Jon Voight) es un tejano inocentón que había soñado ser un cowboy de exhibición. Mas como las cosas no marchaban bien decide dar el triple salto mortal, irse a Nueva York y trabajar como gigoló conquistando mujeres maduras de Manhattan y sacarles la pasta. En su pertinaz búsqueda del grial de una vida boyante, Joe siempre viste su atuendo de cowboy por entre la selva neoyorquina, caminando con porte erguido y un optimismo ingenuo. Pero de nuevo el cándido Joe se da cuenta de que las cosas no son tan sencillas. Entre tanto conoce a Rico "Ratso" Rizzo (Dustin Hoffman), un timador desgraciado y enfermo al que unirá su vida.

Bajo la genial batuta del director John Schlesinger, con un gran guión de Waldo Salt, adaptación de la novela homónima de Leo Herlihy, “Midnight Cowboy” de 1965, se alumbró este estreno en el último año de los ’60. Una enorme película que siempre recordaré como un drama desesperanzado, con una gran carga de acritud y nihilismo, en el que los personajes, abatidos una y cien veces, sólo hacen que huir hacia adelante, como zombis sin rumbo. Schlesinger echa por tierra el sueño americano llenando la pantalla con la tremenda pero emocionante relación que se construye entre el cándido tejano que deambula abatido y un ser en peores condiciones, un lisiado tuberculoso del Bronx nacido con el estigma del fracaso, y la desgracia y la muerte en su mirada; un mal augurio. Está también la necesidad de amparo, de amor, de amistad entre ambos hombres.

Con una temática candente aun hoy, la cinta resulta desgarradora porque expone con crudeza una experiencia emocional que no sólo capta las características de una época histórica y de unos lugares emblemáticos USA, sino que captura al espectador haciéndolo partícipe sufridor de la tragedia que se cuece en la pantalla de manera vibrante.

Asombrosamente bella la música de John Barry que incluye la preciosa canción de Harry Nilsson, ‘Everybody’s Talkin’ (https://www.youtube.com/watch?v=n8-kcUhGEhI), junto a una genial fotografía de Adam Holender que envuelve en un color mate la historia.

El reparto son, ante todo, unas interpretaciones vistosas, intuitivas y potentes con un enorme Jon Voight junto a otro grande que hace uno de los mejores roles de su vida: Dustin Hoffman.

Es una película de la que sales de una manera distinta tras visionar tanta búsqueda infructuosa y tanto dolor y necesidad en todo sentido. Temor y sinsabor teñidos por ese afán que se sabe necio de unas metas y objetivos imposibles, ilusorios. En una ciudad ingrata donde sus habitantes parecen transitar a la deriva y sin atisbo de piedad o magnanimidad ante estos dos personajes sumidos en un fangal, indigentes, en un ambiente sórdido apoyándose uno al otro aun cuando saben que las salidas se han agotado. Aguantando el chaparrón sin piar.

Obra de arte sin paliativos que conjuga aspectos técnicos, mensaje social y político y dimensión humana.
Kikivall
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