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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Intriga. Thriller Tony Wendice (Ray Milland), un frío y calculador tenista retirado, planea asesinar a su bella y rica esposa (Grace Kelly) porque sospecha que le es infiel, pero sobre todo porque desea heredar su gran fortuna. Para llevar a cabo su plan, chantajea a un antiguo compañero de universidad y lo convence para que, en su ausencia, entre en la casa y mate a su mujer. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2017
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Si la dirección es magistral, no lo es menos el guion de Frederick Knott, que escribió una trama sencilla para abordar asuntos complejos, que incluyen planear un crimen, pero también los celos, la ambición, la infidelidad, etc.; un guion milimétrico e inverosímil y técnicamente perfecto. La música de Dimitri Tiomkin acompaña a la perfección con una partitura que enlaza pasajes románticos y melódicos (“Margot y Mark”), de creación de suspense y dramáticos, de excelente factura y gran colorido; y la fotografía de Robert Burks es realmente buena, y utilizó la cámara de "visión natural" de M.L. Gunzberg, que sería el preludio del 3D, a la vez que ofrece planos elevados emocionantes, planos de detalle que sostienen y alimentan la incertidumbre, claroscuros que parecen sacados de la obra de Rembrandt y un montaje fluido, suave, casi imperceptible.

El reparto es de lujo en todo sentido. Brilla por sobre todo una Grace Kelly hermosísima, expresiva, delicada, en fin, un lujo, no en vano Hitchcock se bebía los vientos por ella. Y está igualmente inspirado Ray Milland, su marido en el film que sabe expresar con absoluto acierto, todo su cinismo. Robert Cummings estupendo y medido en el papel de novio-amante de Grace. Anthony Dawson muy bien como asesino comprado. Y acompañan con igual maestría Leo Britt, Patrick Allen o George Leigh. Como siempre, Hitchcock supo elegir y dirigir a la perfección a su cuadro actoral.

La historia se desarrolla en Londres durante tres días, con un epílogo situado meses más tarde, y es así. Tenemos liderando la historia a un apuesto y pragmático jugador de tenis retirado, Tony Wendice (Ray Milland), que tiene in mente acabar con la vida de su bellísima y rica esposa, Margot Mary (Grace Kelly), porque sospecha no sin razones, que le es infiel. Esta película es desde mi parecer una obra maestra, una obra mayor de Hitchcock, un verdadero fenómeno del cine, con un calculado y medido guión. Obra aparentemente sencilla, de plató sencillo y con apenas personajes, la historia debe ser bien contada para que no resulte tediosa. Pues bien, esta cinta es una auténtica lección de lo que deber ser la conducción precisa del tempo narrativo y el manejo por tanto del suspense, de la intriga y de la perplejidad que no amainan hasta prácticamente el final.

Al modo de La ventana indiscreta estrenada en ese mismo año de 1954, Hitchcock y su enorme talento consiguen que, rodada dentro de un pequeño apartamento el noventa por ciento del metraje y con apenas cuatro personajes llueva, truene y caigan rayos y centellas de incertidumbre y emoción. Para ello Hitchcock nos cuenta la historia apoyándose visual y simbólicamente en pequeños detalles, gestos y objetos aparentemente sin importancia, en los cuales descansa el suspense y la turbación que provocan los acontecimientos. Crimen perfecto es en gran medida ir viendo cómo la trama avanza a través de esos detalles aparentemente secundarios. Y esto que digo hace que la construcción visual de la película sea de primer orden: unas cortinas, unas tijeras, una puerta, unas llaves, todo hilado artesanalmente: ¡qué difícil es hacer eso! ¡Un mérito de Hitchcock y su realización en la ponderación del detalle!

En definitiva, esta película es arquetípica de Hitchcock con su obsesión por el crimen insondable tras una inteligencia superior capaz de alimentar la confusión y el desconcierto en torno a los hechos, ocultando la identidad del asesino e impidiendo probar la responsabilidad de nadie en el crimen. Es un crimen es perfecto porque está tan perspicazmente planeado y tan fríamente consumado, lo cual que no deja pistas y resulta muy difícil descubrir al culpable... aunque no imposible.
Kikivall
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