El quinteto de la muerte (The Ladykillers), memorable película dirigida por Alexander MacKedrick en 1955, es una cinta con un sello particular, con un humor británico y una trama entre histérica y surrealista que la convierte en una perla entre las películas de humor de siempre jamás.

En la historia, en una casa aislada junto a las vías del tren vive la “encantadora” e ingenua señora Wilberforce, una ancianita que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus (Alec Guinnes) y a sus cuatro amigos, miembros de una siniestra banda de música. Entre ellos planean un robo con la coartada de la pobre anciana que es ajena al atraco.

No es una película al uso, de manera que a mucha gente no le gusta, pero yo la encuentro genial. Hay una interpretación coral de excelencia por parte de todos los componentes de la banda donde destacan Alec Guinnes con su dentadura horrible, sus vestir desaliñado o su bufanda arrastrando, y la interpretación de un jovencísimo Peter Sellers y su excitación nerviosa, sus comportamientos paranoicos, su inquietud y desconfianza en un rol desternillante. La casa de arquitectura surrealista, la inoportuna reunión de viejecitas, las caóticas confabulaciones para acabar con la vida de la anciana, la visita nocturna del policía. En fin, verla para disfrutarla, eso recomiendo.