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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama. Intriga. Cine negro El ambicioso periodista Johnny Barrett se propone ganar el Premio Pulitzer. Su plan consiste en ingresar en un hospital psiquiátrico, haciéndose pasar por loco, con el fin de investigar un asesinato cometido en el centro. Con la ayuda del doctor Fong y de su novia Cathy logra engañar a los médicos, que firman su reclusión. Una vez en el hospital, trata de obtener información de los tres únicos testigos del crimen: tres internos a los ... [+]
14 de julio de 2023
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Esta es una película impresionante sobre manicomios y la capacidad contagiosa de ese vértigo que confunde la realidad con el delirio. Figura en sus títulos de crédito iniciales esta temible sentencia de un trágico griego: "A quien los dioses se empeñan en destruir, primero le vuelven loco".

Samuel Fuller dirige y escribe el libreto de esta película sobre el tema en la cual un periodista joven y ambicioso, Johnny Barrett (Peter Breck), pretende ganar el Premio Pulitzer utilizando un arriesgado plan: ingresar en un hospital psiquiátrico, haciéndose pasar por loco, para investigar un crimen cometido en el centro.

Usa de la ayuda de un reconocido psiquiatra, el doctor Fong (Philip Ahn), quien junto a su novia Cathy (Constance Towers) consiguen engañar a los médicos para que lo internen con un diagnóstico de esquizofrenia y fetichismo mórbido (los diagnósticos de las pelis suelen ser más fantásticos que reales).

Dentro del hospital va poco a poco y tras acontecimientos diversos, entrevistando e indagando a los tres testigos del asesinato, tres enfermos que conocen el secreto y la identidad del asesino.

Este filme de modesto presupuesto ganó en su momento la espiga de Oro en el Festival de Valladolid. Tiene su interés cinematográfico evidente con buena dirección, gran habilidad narrativa, libreto bien trabado, actores poco conocidos muy eficaces (un Breck intenso y expresivo).

Excelente la música de Paul Dunlap (incluye fragmentos orquestales que provocan desasosiego o canciones de internos desafinadas) y una fotografía fantástica de Stanley Cortez y Samuel Fuller (B&N). La fotografía construye una narración visual sobrecogedora de planos breves y rápidos, encuadres de detalle, ambientes asfixiantes, sombras, imágenes superpuestas como la pequeña hada que, en el insomnio del periodista, representa la imagen de su novia que le habla, le canta y le dice que lo echa de menos; espacios angustiosos como el corredor del centro o la presencia de barrotes y rejas, todo lo cual alude a la reclusión y el desamparo en esa institución cerrada, como decía al principio.

La película muestra muy bien el peligro de la denominada “iatrogenia” hospitalaria, referente a los daños no deseados en la salud (en este caso mental), causado como efecto secundario inevitable producido por agentes de la salud, otros pacientes, la institucionalización o fruto de un acto médico legítimo teóricamente destinado a curar, pero que acaba provocando una patología.

Esta película muestra a través de las incidencias de Johnny en el centro en una sucesión delirante de hechos protagonizados por los internos y por el personal sanitario, lo cual acaba por sumirlo en la angustia, hiriendo su ser profundo y afectando a su funcionamiento mental. Ha sido sometido, entre otras, a sesiones de electroshock en una época en que aún se hacía este tipo de tratamiento para provocar amnesia o reducir la agresividad, y dosis elevadas de medicamentos.

Es decir, el manicomio cae a plomo sobre el obre periodista, con su poder omnímodo, lo cual pone Johnny en el límite de su resistencia psíquica, provocando finalmente afasia y psicosis catatónica, a los que siguen otros cuadros.

La cinta explica mediante voz superpuesta los recuerdos, pensamientos, razonamientos, sueños y alucinaciones del protagonista. Propone también una seria reflexión sobre los límites del periodismo de investigación, la desmesura de cierta prensa sensacionalista y las prácticas inhumanas de algunos centros psiquiátricos. Muy bien retratado, pues, el ambiente del psiquiátrico. El descenso a los infiernos del protagonista resulta lento y angustioso para el espectador.

Ocurre lo cual porque los psiquiátricos tuvieron que ser lugares de reclusión sino uno más de los múltiples "microsistemas" en los que la persona funciona y se desenvuelve, vinculados a la familia, los lugares de esparcimiento, los clubes, la parroquia, etc. Con ello subrayo la importancia que para el enfermo tienen otros sistemas de influencia pueden ejercer un efecto positivo sobre su bienestar y estado de ánimo.

La película muestra igualmente cómo tienen su importancia otras dimensiones ambientales más amplias vinculadas con los sistemas de creencias, las políticas oficiales, las clases sociales, grupos religiosos, etc. (algunos lo han llamado el "macrosistema").

O sea, que cuanto más duradera es la estancia de una persona en un centro cerrado, los factores externos ceden su influencia, en favor de los aspectos puramente institucionales. Los pacientes que conviven en un centro psiquiátrico de manera reglada en cuanto a comedores, zonas comunes, servicios en general, etc., sin poder salir, producen un escenario con procesos sociales característicos, que concluyen en más enfermedad.

Publicada en revista de cine ENCADENADOS: https://encadenados.org/monograficos/no-108-monografico-prisiones/hospitales-psiquiatricos-y-cine/
Kikivall
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