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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Comedia. Drama Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis) es un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que ve su mundo puesto patas arriba cuando descubre que su joven madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde en su ático a una niña judía (Thomasin McKenzie). Con la única ayuda de su mejor amigo imaginario, el mismísimo Adolf Hitler (Taika Waititi), Jojo deberá afrontar su ciego nacionalismo con las contradicciones de una guerra absurda. (FILMAFFINITY) [+]
17 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis) es un expresivo y solitario niño alemán cuyo padre está ausente y que pertenece las Juventudes Hitlerianas. La falta de padre y su afición nacional-socialista promueve la presencia imaginaria de un amigo invisible, nada menos que el propio Hitler (Tika Waitii). Jojo cuenta siempre con su amantísima madre Rosie (Scarlett Johanson), que lo apoya y hace todo por protegerlo. Pero hete aquí que Jojo ve tambalearse su mundo hitleriano cuando descubre que su madre ha dado cobijo y escondido en el ático de su casa a una muchacha judía (Thomasin McKenzie). El pobre niño se irá dando cuenta poco a poco de lo erróneo de su ofuscada vocación antisemita e irá comprendiendo también la irracionalidad de la violencia y la barbarie de la guerra.

Magnífica la música de Michael que acompaña el relato con notable afinidad y sintonía, a lo que cabe añadir un prólogo y un epílogo sorprendentes. Efectivamente, los primeros minutos del film son alegres y suena el “I wanna hold your hand” de los Beatles; podemos ver a los fans, el bullicio. Y el epílogo, justo al final del film, cuando se escucha cantar a David Bowie su emotivo “Héroes”.

Por su temática el film es una comedia tirando a blanca. Apenas hay risa cruel, más bien aparece la pantomima con una pizca de melodrama. Waititi ha sabido componer una sátira sobre los afectos que los niños crean en su fantasía, sólo que en esta ocasión el personaje fabulado era nada menos que el Führer. Tiene la historia momentos brillantes, como cuando van al campamento de las juventudes hitlerianas, las pruebas a que son sometidos los niños, los ridículos y obtusos mandos y la entrañable amistad del protagonista con Yorki, el niño gordo del escuadrón.

Waititi dirige con gran acierto y es a la vez el autor del guion, adaptación de la novela de Christine Leunens El cielo enjaulado, un libreto que vertebra con notable agilidad los 108 minutos del film que en todo momento nos mantiene atentos a los acontecimientos. Una cinta que describe en un tono naíf y perspicaz la entrada en la edad adulta de un crío que está viviendo sin saberlo los estertores del nazismo en Europa y que tiene la firme convicción de que los judíos son seres monstruosos, desfigurados y que merecen morir. Con todas estas mimbres, la película examina lugares tan originales como emotivos y fantasiosos. Pero Waititi, dada la sensibilidad de la temática, controla bien a la vez que se prodiga en un sarcasmo y un absurdo descarnado e interesante.

En el reparto, Waiti interpreta al Hitler imaginario, con una caracterización estupenda, brillante gestualidad física y tonalidad de voz; Waititi muestra desde el humor el carácter bufo y grotesco de las cualidades que exhibían los nazis. En el reparto está gloriosa también la madre del niño, la bellísima y siempre destacable Scarlett Johanson que interpreta a una bonita y tierna madre siempre muy pendiente del niño. El niño Roman Griffin Davis hace un memorable papel, convincente y transmitiendo las emociones y contradicciones de un niño aleccionado y convertido a una especie de nazismo infantil; pero que a la vez va descubriendo la farsa en la que está envuelto. La muchacha judía es una especie de metáfora de Ana Frank interpretada de forma brillante por la bonita actriz Thomasin McKenzie, que acabará celebrando con el niño Jojo el final de la contienda y la caída del nazismo. Acompañan de forma genial un Sam Rockwell pletórico como oficial nazi decepcionado, tuerto, bebedor y con tendencias homoeróticas; la aguerrida Rebel Wilson con enorme metralleta en mano en defensa de Alemania; y el niño debutante, Archie Yates, inolvidable en su papel de Yorki, el niño gordo.

Película muy interesante, pedagógica podría decirse, con ocurrentes chistes insolentes y excelentes montajes musicales. Pero también con un aliento humanista melancólico y emotivo, lo cual, en una obra con una temática tan afilada, comprometida y controvertida tiene un gran mérito. Película que acierta a mostrar certeramente el poder redentor del humor y su capacidad para desnudar la tiranía, disfrazada tantas veces de ideal salvífico.
Kikivall
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