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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Marina (Daniela Vega) una joven camarera aspirante a cantante y Orlando (Francisco Reyes), veinte años mayor, planean un futuro juntos. Tras una noche de fiesta, Marina lo lleva a urgencias, pero él muere al llegar al hospital. Ella debe entonces enfrentar las sospechas por su muerte. Su condición de mujer transexual supone para la familia de Orlando una completa aberración. Ella tendrá que luchar para convertirse en lo que es: una ... [+]
19 de abril de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una una cinta maravillosa. Yo busco el cine que hable de la existencia humana con todos sus matices, bien narrada la historia, salvaguardando la estética en todo sentido y la calidad técnica. Esta es una de esas películas que te deja, a pesar del drama, un buen sabor de boca, que te ilumina el espíritu. No hay cacharrería ni un rebuscado o sofisticado guión para hacer vibrar al espectador o provocarle escalofríos. Esta cinta, en su planteamiento abarca el universo de la identidad sexual, el amor, la pérdida, el duelo y la denuncia social ante las injusticias. No te deja impávido, te hace reflexionar sobre este mundo que vivimos, en tantas ocasiones insólito y cruel.

El director Sebastián Lelio plantea en este importante film un tour de force entre el deseo y la ley, en el cual la protagonista principal encuentra en la desobediencia el impulso necesario para desencadenar el conflicto y acceder al gesto heroico. Una mujer que se rebela contra el determinismo de su rol social que la margina desde los lenguajes convencionales y la tradición, tanto que la ex esposa de Orlando la llega a calificar de ‘quimera’ (insólito).

El genial guión de Lelio y Gonzalo Maza, además de trazado con milimétrica precisión y un sublime subidón de afectos encontrados, narra la historia de una persona fuera de lo común, alguien que no se atiene a la norma, a esos valores conculcados por una cruel educación, todo ello en un paisaje ordinario, soez e irrespetuoso.

Excelente la música de Matthew Herbert, un invitado internacional en un largometraje de mucha proyección, que cuenta con hermosas canciones, extravagancia musical que incluye arias, Lavoe, Aretha Franklin y destacando la música de The Alan Parsons Project: “Time”, cuya letra, traducida, viene al hilo del definitivo adiós del amante a la amada, en esos versos que dicen: “El tiempo, fluyendo como un río/ Tiempo, llamándome./ ¿Quién sabe cuándo volveremos a vernos otra vez?/ ¿Acaso alguna vez?.../ Pero el tiempo/ Sigue fluyendo como un río/ Hacia el mar./ Adiós mi amor, tal vez sea para siempre/ Adiós mi amor, la marea espera por mí”.

Muy meritoria la fotografía de Benjamín Echazarreta. Así como la puesta en escena con paisajes y panorámicas que van desde las Cataratas de Iguazú en el norte argentino, como la misma ciudad de Santiago de Chile, que es mostrada como una ciudad hermosa, elegante, limpia, que nos invita a abrir los ojos y valorarla.

En el reparto sobresale por encima del resto Daniela Vega que interpreta un personaje a punto de romperse pero que no se rompe, una mujer con una entereza a prueba de ignominias y golpes bajos; la Vega ofrece con absoluta credibilidad y sin un gesto más alto que otro, el crudo sufrimiento de una gran mujer que se mantiene firme ante vendavales de todo tipo que le acucian.

Pero no quiso Lelio hacer un panfleto de su película, ni siquiera que cumpliera una función social. Lo femenino es un concepto psicológico que puede habitar en cuerpos diferentes, de manera que la idea de llevar al cine una historia transgénero sucede, según su director, porque “transita por tantas texturas, por un montón de ambientes y de sensaciones. La identidad de la obra es elástica, uno puede construirla y decidir qué parte prefiere habitar”. Y continúa Lelio diciendo: “En efecto, es así de excitante. Una mujer fantástica no se puede definir en un solo gesto porque dentro de ella caben un montón de posibilidades. Visita el realismo, pero al mismo tiempo escapa de él”.

Esta obra de Lelio es una cinta reivindicativa, reivindicación llevada sabiamente a la pantalla sin exabruptos, con contención y tempo pausado. Unos minutos en los que arde la sangre de quien está viendo la película, por tanta injusticia y atropello. Pero habla también del carácter de Marina, de su firmeza ante los escollos que el establishment pone en su camino y cómo, a pesar de ello, continúa aceptándose como es.

Pero en ocasiones hay imágenes y secuencias que se hunden en los pensamientos y los sueños de Marina, lo que llega a incluir partes de musical. Lelio declara: “Yo creo que la película tiene una cosa muy interesante que es esa ambivalencia entre lo público y lo privado. Y la fractura que se establece entre esas dos esferas, las tensiones, y de qué manera el personaje se mueve entre ellas de manera muy intuitiva”.

En resumen, una brutal hipérbole del vacío que deja un ser amado cuando se va para siempre, y un luto en el que la protagonista, a su dolor por haber perdido al hombre que amaba, se le unen la rabia, la furia y la miseria que los familiares y otros personajes cercanos descargan en forma lluvia infernal sobre una pobre mujer, pero mujer ‘fantástica’ que puede soportar lo indecible. En realidad lo que ocurre es que la protagonista genera, sin proponérselo, un seísmo a su alrededor que en el fondo saca a la superficie la hipocresía de una sociedad cerrada al amor.
Kikivall
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