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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
21 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al cine Coliseum nos dirigimos una tarde salmantina gloriosa, tras haber redactado un examen parcial sensacional en mi Facultad; sí, al pasaje Coliseum a ver la archifamosa película de Stanley Kubrick, “La naranja mecánica”, una de las mejores de este director, guionista y productor estadounidense, que se estrenaba. Kubrick, como nadie lo habría hecho mejor, llevo al cine la celebérrima novela de Anthony Burgess, escribiendo él mismo un libreto palpitante y crudo a más no poder.

En la historia, en Inglaterra y en un tiempo indefinido, un joven, Alex (Malcolm McDowell), violento y sin control tiene dos pasiones: la violencia atropellada y Beethoven. Jefe de una banda de sujetos peligrosos, violan y aterrorizan a la población. Pero Alex es detenido y sometido a un tratamiento conductista de ‘inundación’, con una larga exposición a documentos de guerra y violencia, para provocar un efecto de hiper-saciedad y empacho, de modo que rechace frontalmente la agresividad sin coto y la conducta antisocial. Los resultados resultan como poco, irregulares.

Película esencial para psicólogos y psiquiatras a fin, no sólo de ver al ‘psicópata’ en estado puro, sino también para valorar de forma crítica los tratamientos conductuales, tan en uso hace pocos años en el mundo anglosajón sobre todo.

Malcolm McDowell está sensacional junto al resto de actores y actrices que participan en la obra. Una gran música con piezas clásicas y BSO de Wendy Carlos junto a una fotografía maravillosa de John Alcott y gran puesta en escena, son cualidades todas que hacen de esta, una de las mejores películas en la historia del cine.

Una demostración de parte de Kubrick de solidez y enjundia, deslumbrante a todo nivel, con estilo propio, puya a la sociedad violenta y desbordada de aquellos entonces y de hoy, es también angustiosa y desagradable por momentos, en fin una película única sin paliativos.

Para remendar las heridas de tanto terror y saña en la pantalla no tuvimos más remedio que acudir prestos a la Taberna la Cobachuela ("... la taberna más típica de Europa, pongan su mente en blanco, olviden sus pensamientos y pidan su consumición"); estaba en los soportales de la Plaza Mayor, con su singular dueño Antonio tirando las monedas al aire desde la bandeja, cuando le pagabas, y cogiéndoles con enorme maestría al vuelo en su bolsillo de camarero ortodoxo de chaquetilla blanca; pues bien, allí fuimos a aliviar la angustia del film, a base de tinto de la casa con tapa de farinato: ¡Qué bueno! ¡Qué relajo!
Kikivall
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