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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Serie de TV. Thriller. Drama Serie de TV (1963-1967). 4 temporadas. 120 episodios. La vida del doctor Richard Kimble (David Janssen), un conocido pediatra de Indiana, da un vuelco el día en que su mujer es brutalmente asesinada por un hombre manco. A pesar de que es juzgado y condenado, consigue escapar y se convierte en un fugitivo al que la policía persigue sin tregua. Por su parte, Kimble sabe muy bien que la única manera de probar su inocencia es encontrar al ... [+]
2 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me refiero en estas líneas a la serie americana que se extendió a lo largo de cuatro años con 120 capítulos que mantuvieron en vilo a los espectadores en aquellos “felices” años sesenta en que sólo se podía ver bajo la batuta del Caudillo, una única TVE.

La serie es sencilla en su planteamiento. Tratase de la historia del Doctor Richard Kimble (David Janssen), un afamado pediatra cuya esposa ha sido cruelmente asesinada por un hombre al que le falta un brazo, según lo vio su marido el día de autos. La vida de Kimble da un giro brutal pues es acusado y sentenciado culpable por el crimen, pero consigue huir convirtiéndose en el personaje “fugitivo” de la serie. Kimble sabe que sólo tiene una opción de probar su inocencia, descubrir al verdadero asesino, al misterioso manco. Pero continuamente es perseguido de manera implacable por la policía y particularmente por el inquietante Teniente Gerard (Barry Morse), un individuo auténticamente obsesionado por atrapar al tal Doctor que capítulo tras capítulo no hace más que correr (“corre, corre que te pillo”) perseguido por el teniente, que le tiene algo más que ojeriza.

El gran mérito de esta serie por entregas fue mantener textualmente pegado al espectador ante la TV en la espera de que acabara esclareciéndose el tortuoso caso, que Gerard cejara en su fatal empeño de policía súper persecutorio, que Kimble fuera legalmente absuelto y ¡lo más intrigante para todo ello!: ¡conocer la identidad del manco!

El director y guionista Roy Huggins fue el creador de la serie y a él siguieron una miríada de directores y guionistas que mantuvieron el tono tenso de la serie. Era buena la fotografía en blanco y negro de Meredith M. Nicholson, Robert Hoffman y Fred Mnadl y arropaba muy bien la música que se hizo popular, sobre todo la sintonía de Pete Rugolo, sin olvidar a Bernhard Kaun, Franz Waxman y Russell Garcia.

Fue una serie muy nominada a los Premios Emmy y Globos de Oro en las modalidades de actor y guión, obteniendo un Globo de Oro en 1965 David Jensen (actor) y en 1966 un Emmy como mejor serie dramática.

Lo interesante de estos capítulos era la frenética actividad de Kimble que iba de un lugar a otro desempeñando los más variados oficios (camarero, agricultor, conductor, etc.), salían unas actrices muy bellas (Angie Dickinson, Vera Miles, Suzanne Pleshette); y siempre, al acecho, el rígido y compulsivo Teniente Gerard que era a nuestros ojos infantiles un ser odioso e implacable. Resulta curioso que en mi internado donde estudiana el Bachillerato (¡sí, era la época del Bachillerato!), el director, que era igualmente peligroso y un poco desquiciado (por ser benévolo), Don Ildefonso, pues bien, el tal cura, pues era sacerdote, era IDÉNTICO físicamente a este policía, lo cual que lo habíamos re-bautizado con el sobrenombre de Teniente Gerard, jaja!!; había que reírse, a ver…

En cuanto a los dos actores principales, David Janssen no tenía mucho repertorio actoral, sin embargo era muy eficiente en su rol de perseguido. Pero yo creo que el mejor de todos era Barry Morse que se lucía interpretando al omnipresente y despiadado Gerard.

Como siempre digo, las películas o series están teñidas de la época en que se vieron. En mi caso yo entraba en la pubertad, era una época feliz, a pesar de la dura disciplina, los estudios muy exigentes, estar interno; pero nos llevábamos bien entre los compañeros, jugábamos, soñábamos ocultas intenciones de amor y etc., cosas maravillosas que ya no volverán. Y a todo eso, el manco aún no había sido descubierto. Cómo sería la cosa que en el colegio, que no era dado a dejarnos ver mucha TV, el día del capítulo final, nos congregaron a los más de cuatrocientos niños y adolescentes en el teatro que era enorme, al final del cual había un receptor de TV que apenas veían de la tercera fila para atrás, claro, para por fin aclararnos con la conclusión del caso. Emocionante, pero no lo cuento, obvio.

Quienes hayan visionado –no es mi caso- y les haya gustado la película homónima de Andrew Davis interpretada por Harrison Ford, creo que deberían hacer por ver algunos capítulos al menos de esta serie.
Kikivall
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