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España España · Granada
Voto de Kikivall:
5
Drama En 1956, la joven actriz Marilyn Monroe (Michelle Williams) llega a Inglaterra para protagonizar con Sir Laurence Olivier (Kenneth Branagh) la película "El príncipe y la corista". Colin Clark (Eddie Redmayne), un joven de 23 años con buenos contactos, consigue un trabajo como ayudante de producción y es testigo del choque de egos y la tensa relación entre Olivier y Marilyn durante el rodaje. (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marilyn Monroe es un icono vivo en la memoria de millones de personas que aún estamos vivas y con ella grabada a fuego en el cerebro. Por lo tanto, hacer un biopic de Marilyn es casi un imposible, porque para quienes la recordamos en vida y hemos leído las noticias sobre en ella en prensa y visto sus películas, y disfrutado de su presencia e incluso leído las crónicas sobre su vida de Truman Capote por ejemplo, etc., la Monroe es una actriz y una belleza inigualable, sin par. Por eso, y por su inesperada muerte en casi plena juventud, es por lo que es un mito. Por consiguiente difícilmente otra actriz puede suplantarla en una cinta haciendo de ella, dado que ella está viva en el recuerdo y es además inimitable. Tal vez, para conseguir que otra actriz haga de Marilyn tenga que pasar mucho tiempo, tal vez un siglo, pues que para recrear los lugares y personajes conocidos y comunes en el imaginario colectivo, hay que volver a ellos transcurrido mucho tiempo.
He podido leer que Billy Wilder decía que solo debía haber una cosa más excitante que seducir a Marilyn Monroe: “¡Ser seducido por Marilyn Monroe!”. Lo primero estaba al alcance de cualquiera que quisiera proponérselo, aunque fuera para fracasar con estrépito, pero lo segundo debía ser el no va más. Y en esto se fundamenta la peli y es su esencia y polo de atracción, sobre todo cara al público masculino, pues el joven Colin, casi sin creerlo, es cuasi seducido por Marilyn. Entonces, esta es la baza principal de esta película que pone al espectador ante esa posibilidad, ante ese sueño, sobre todo porque el seducido no es una estrella ni alguien con poder, sino un simple asistente de rodaje joven que se topó, claro, con la historia de su vida. Este es el episodio o nódulo más llamativo de “Mi semana con Marilyn” desde mi modo de ver, porque siempre habrá quien ha soñado o puede soñar con una historia así, sin que por lo común ocurra, claro. Pero en la peli sí que ocurre, para sorpresa del protagonista que traslada su grata sorpresa al espectador, el cual engancha con la trama. Así, el papel de Eddie Redmayne evidencia de manera fácil el supuesto punto naíf de la Monroe, que yo no dudo. E incluso es Redmayne, como señala la crítica M. García, quien se reserva la gran frase-moraleja del filme cuando dice: “Olivier es un gran actor que persigue la fama; y tú eres una famosa que quiere ser reconocida como actriz”. Ni que decir tiene que hasta esta frase trasluce una trivialización de asuntos complejos que no son tan simples… a Dios Gracias.
Dicho lo cual, al trabajo de Michelle Williams no hay que negarle la mayor, tiene su mérito, pues habida cuenta de las dificultades que acabo de referir para interpretar un papel tan prácticamente imposible, no obstante, la Williams hace un ímprobo esfuerzo por hacer un control interno del personaje, un denodado esfuerzo por meterse en el ADN de una estrella como la Monroe prácticamente inaccesible a nadie que no sea ella misma, y moldea su carácter, su complejidad, su fortaleza y fragilidad con enorme detalle interior actoral. En ese duro esfuerzo Michelle Williams consigue, por algunos segundos –nada más-, que perdamos la noción de la imagen preconcebida de Marilyn Monroe y que admitamos que ella es Marilyn; pero es una impresión fugaz, como un relámpago o un fuego de artificio. Por lo tanto, el esfuerzo de Michelle Williams por dotar de sustancia el paraíso carnal de Marilyn hay que tomarlo como un empeño importante, pero de dudoso resultado.
Curtis es un director avezado y experimentado sobre todo de series y películas para TV, lo cual que se nota para bien y para mal. Esta obra la dirige con cierto gusto para el agrado de espectador, manteniendo el ritmo y ayudado por versar la historia sobre experiencias ocultas-prohibidas del Mito Monroe. Pero la película, como ya he señalado, tropieza una y mil veces con lo que no se palpa, esto es, la presencia de una Monroe veraz y que es cierta en la mente de muchos de los que hemos visto la peli. Y ello a pesar del esfuerzo como también he indicado de la Williams por re-presentar lo que no es representable. En resumen, dirección profesional de Simon Curtis, buena música de Conrad Pope y Alexandre Desplat, excelente fotografía de Ben Smithard, un cortito guión de Adrian Hodges basado en la novela de Colin Clark, y un reparto bueno en el plano actoral. El resto, que no es poco, falta.
Resumiendo, “Mi semana con Marilyn” queda en poco más que viento, en poco más que humo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikivall
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