Esta película me hizo mucha gracia cuando la vi en plena juventud. Los Monty Python se emplearon a fondo con su típica manera de bromear británica de mordiente agudo y corrosivo, sarcástico, en fin, un intenso temporal de humor muy gamberro en torno a un personaje, Brian, que ha nacido a la par de Cristo y que el pueblo de Israel confunde con el Mesías.

Y digo que me gustó de joven, pero ahora, cuando ya soy adulto, mis personales líneas rojas me hacen coincidir con Ramón F. Reboiras: Cinemanía, que califica la cinta de “Apostasía bíblica”.

Como producto cinematográfico diría que es típicamente Monty Python, con multitud de escenas desternillantes, la cosa es que juega con el paralelo de Jesús de Nazaret y eso, la verdad, ya no me agrada e incluso no transijo; la prueba es que no la he querido ver más veces.

Desde luego si las ocurrencias las hubieran hecho a costa de un Mohamed paralelo a la vida del profeta Mahoma, a estas horas los Monty ya habrían volado por los aires unas cuantas veces, pues el Islam es ante todo irracional.

Así y todo, los asuntos religiosos y que atañen a las creencias, son temas muy sensibles como para reírse alegremente de ellos. Por suerte, los cristianos estamos presididos por la razón y la tolerancia en los tiempos que corren, y aunque hubo problemas con la Iglesia en el momento de su estreno, el espectador católico fue en general magnánimo y caballeroso con esta obra.