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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Romance. Comedia. Drama Dave (Dave Johns) y Fern (Alison Steadman) son dos desconocidos de cierta edad que han sufrido por circunstancias de la vida. Se conocen mientras sacan a sus perros y, durante un total de veintitrés paseos, florece un romance entre los dos. Pero ni Dave ni Fern han sido del todo honestos el uno con el otro y su futuro puede verse comprometido por los secretos que se han guardado.
17 de enero de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dave (Johns) y Fern (Steadman) son dos personas solitarias de edad más que madura y que ya tienen una larga historia a sus espaldas. Se conocen en un encuentro fortuito mientras pasean a sus perros. Los encuentros se irán produciendo en forma continuada, hasta 23 paseos, lo que da título al film. Pero ni Dave ni Fern han sido del todo francos el uno con el otro y su futuro se verá complicado por los secretos que se han guardado para sí.

El director británico Paul Morrison dirige y escribe con oficio este film que nos habla de la pasión amorosa en la fase otoñal. Dos personas mayores que aprenden a amarse, pese a los impedimentos que se sucederán. Morrison elabora un manifiesto sobre la vida que lo es igualmente sobre la muerte. No le falta ternura e incluso impudor, como buen manifiesto.

La película transcurre a través de los paseos por el parque de los protagonistas junto a sus perros respectivos. Con diálogos escritos por Morrison, más en la línea de una conversación sutil, sin grandes conceptos ni palabras rimbombantes ni frases elevadas ni sesudas reflexiones. Los personajes son gente sencilla, que actúan y hablan como la gente de la calle.

Es igualmente meritorio el trabajo de sus dos intérpretes, artistas distintos y a la vez que diferentes, complementarios y compenetrados. Alison Steadman es una mujer de teatro, de mucha tabla y también de televisión; actriz técnica se compagina con el comediante Dave Johns (Yo, Daniel Blake, 2016); Johns hace un trabajo más suelto, espontáneo, directo y cargado de, bondad, amargura, humor y ternura. En realidad ambos protagonistas hacen su trabajo con naturalidad, como si no interpretaran. Además, tras la cordialidad y frescura de los amantes acompañan los dos perros que los acompañan, un pastor alemán y un yorkshire que sin duda ocupan y tienen mucho protagonismo emocional.

Es una obra sencilla que tiene su encanto. Pero que apunta también las complicaciones de los amores tardíos, y transmite el mensaje de que a más edad, más bultos y obligaciones cargamos, más temores, más complicada la espontaneidad para el romance, para el mutuo entendimiento, incluso para ser felices. Esta es una amarga lección de esta cinta, una obra que sin ser es magnífica, sí es digna y actual.

Las ciencias sociales, sobre todo la Gerontología ha evidenciado la importancia que actualmente cobra la senectud. De un lado, la Psicología afirma justificadamente que los cambios y oportunidades para crecer personalmente y mejorar, son una cualidad a lo largo de toda la vida, no sólo en la infancia o la adolescencia. Existen posibilidades también en la vejez, siempre que haya vida sana y lúcida.

De otro lado, la expectativa de vida ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y cualquier jubilado, él o ella, tendrán por delante del orden de 20 ó 30 años por delante para ejercitar aficiones, hacer proyectos o promocionarse a través de cursos o talleres en mil interesantes materias y actividades.

Según la OMS el futuro estará cada vez más poblado por personas que ya han cumplido los 65 años. Ahora hay un poder gris, una importancia de los que peinan canas, incluso la muerte o la consciencia de ella nos define como proyecto en el tiempo, como enunciación de una nueva generación que no se resigna, que conoce sus posibilidades y sus deseos. Hoy sabemos que hay vida en la nueva y joven madurez que va más allá de los sesenta. Esto forma parte de esta película. Recuerdo aquella canción de The Beatles, escrita por Paul McCartney: «When I'm Sixty-Four» («Cuando tenga sesenta y cuatro»). La canción de un hombre joven que le canta a su enamorada sus planes de envejecer juntos.

Avanza el romance a lo largo de la película, que es la energía propulsora de la historia, la fragancia del argumento. Pero hay elementos espinosos, aromas menos agradables como el reproche social, el asedio a que se ven sometidas las personas añosas por los hijos, los vecinos e incluso por sus propios recuerdos; están también los prejuicios y estereotipos sociales “anti-mayor” que se conocen con el nombre de “prejuicios viejistas” (el viejo como caduco, infantil, torpe o roñoso); y cuentan también las suspicacias, escrúpulos y temores que acompañan a la propia vida con la edad; incluso la pobreza, pues tiene la historia una dosis buena de realismo social británico (recuerda a Loach), amenazado el personaje por una orden de desahucio.

Sería pues estúpido imaginar esta película con el mero sello de la amabilidad y la confortabilidad, que la hay también a raudales. Pero la vida larga tiene sus elementos pesados, como los metales pesados. Lo que tiene de bueno este trabajo de Morrison es que evita el avinagramiento y la mala leche.

No es una gran película, incluso es algo cursi o insípida, pero es una película muy oportuna para estos tiempos en que la vejez tiene el valor del que nunca debió carecer.
Kikivall
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