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España España · Granada
Voto de Kikivall:
10
Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Blake Edwards que arranca a Lemmon y Remick dos interpretaciones ebrias de puro genio. Es una historia que va de la alegría y el frenesí, al pozo oscuro con que el alcohol atrapa a tanta gente, un pozo llamado infierno, un camino que a veces no tiene punto de retorno. Y ello vertebrado por un genial guión de J.P. Miller que sabe llevar en el núcleo de la trama, una angustia que se apodera del espectador durante los 117 minutos que dura la película. Tiene una magnífica fotografía en blanco y negro de Philip H. Lathrop y la sobresaliente como siempre música de Henry Mancini.

Las interpretaciones son un punto y aparte. Por caballerosidad pero también por mi admiración hacia esta actriz que nos dejó prematuramente, creo que es de justicia calificar de sobresaliente para arriba el papel de Kirsten como beoda impenitente, interpretado por la maravillosa, bella y con una vis dramática única, Lee Remick. Remick sabe hacer de su interpretación un llanto, un “quejío”, un grito a la impotencia de no poder abandonar la ginebra que la mata; está magnífica, pura emoción. De Jack Lemmon apenas hay nada que añadir, es un actor privilegiado para poder obtener la expresión que necesita en cada momento, para expresar alegría, tristeza, dolor, zozobra. Ha sido y es un grande, uno de los actores principales del Hollywood de siempre que hace aquí uno de los grandes papeles dramáticos de su vida. Lemmon borda el papel de Joe y lo traslada como canto a la esperanza, de que es posible, que se puede dejar de beber, una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo.

Por empezar creo que Días de vino y rosas es una película que debería ver mucha gente, pues son también muchos los que abusan de le bebida diariamente, e incluso muchos los que en algún momento de sus vidas han abusado del alcohol. Tal vez sin llegar al extremo del film, pero esta obra es el paradigma de ese gran monstruo vivo y poderoso que es la botella para el bebedor y en el peor de los casos para el alcohólico, pues son dos cosas diferentes. El alcohol es un monstruo para mucha gente. Pero mientras los monstruos de ficción pueden llegar a ser hasta simpáticos, la botella es como un engendro invisible y presenten en el imaginario colectivo en forma de padre, madre, amigo, hermano, vecino y tanta gente que echan por tierra su vida, su familia, su trabajo y su fortuna por engullir alcohol sin coto.

Dos personas engullidas una y otra vez por un monstruo implacable que se esconde en la botella. Era él bajo la lluvia destrozando macetas mientras ella grita enloquecida. Ella, tan hermosa como frágil, agarrada a una botella de ginebra.

Esta es una película de las grandes, un cine aleccionador, conmovedor, que lo tiene todo, que tiene a Lemmon, a Reemick, que tiene un monstruo angustioso y acechante. Cine con mayúsculas, tanto que como dijo alguien, no es pecado adorarlo.
Kikivall
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