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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
15 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que una película como esta no me conmovía tanto. Una obra desgarradora sobre los efectos del neoliberalismo en la Europa actual, aunque la temática se ciña al Reino Unido. Una cultura donde los beneficios de las empresas privadas en prestación supuestamente de servicios, se rigen por sus propios beneficios más que por el bienestar de las personas a las que “atienden”.

La historia cuenta la vida de Daniel Black (Dave Johns), un carpintero inglés de 59 años, viudo y víctima de problemas cardíacos que al tener que estar unos meses en reposo, solicita los subsidios por baja de enfermedad a los que tiene supuestamente derecho. Pero a partir de aquí su vida se ve atrapada en una paradójica trampa administrativa.

Si pensamos, nos damos cuenta que en esta sociedad de Ken Loach y nuestra, se ha sustituido la justicia por la caridad. Y para disimular o curar la mala conciencia, se han inventado los trámites administrativos draconianos. Gran guión tremendista con razón de Paul Laverty, con momentos que apelan sin matices a lo emocional. Libreto bien construido y sin concesiones, que además de lo técnico o artístico precisa de conciencia y conocimiento de lo que se habla.

El reparto es muy bueno, con dos actores sobre los que pivota la historia que hacen magníficos trabajos, al tiempo que también están implicados en esta película de denuncia. Dave Johns (más conocido por su faceta de cómico) es el protagonista principal, un actor que parece salir fuera de la pantalla con sus miserias y su bondad y que empatiza de pleno con el público. Hayley Squires hace un trabajo muy meritorio también, dotando de veracidad el rol de madre soltera y con dos hijos, en pleno estado de desesperación supervivencial.

Esta obra versa sobre los perdedores del Sistema (por llamarlo de algún modo); de cómo el Estado se ceba y cae como un buitre sanguinario sobre los menos capacitados, los que ya carecen de fuerza, una especie de mitología darwinista donde el menos favorecido es fagocitado y excluido hasta que se rinde y tira la toalla.

Hay un guiño al cristianismo, o mejor, a la perversión de los valores cristianos; este extremo se puede intuir en los peces que talla Daniel en madera y en la vibrante escena en la iglesia. Como dijo el Papa Francisco: “cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero… el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular…” Y aunque Loach sea o haya sido Troskista, no dudo que estas palabras las vería muy recomendables en este vil escenario que dibuja.

En resolución, cine colindante entre lo necesario y lo patético, el corazón en un puño compartido por dos protagonistas, dos seres humanos próximos a la desesperación, pero que no llegan a ella y continúan su andadura hasta la muerte si hace falta, puro instinto de conservación en esta alienante y deshumanizada jungla que nos cobija al par que nos acecha.
Kikivall
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