Todo un drama social, muy actual, es el que se nos presenta en esta producción española protagonizada por la pareja televisiva más famosa venida de una serie semanal cuyas repeticiones han creado hastío en el espectador. Con claros tintes de mejoría en la interpretación de Fernando Tejero y siempre muy bien acompañado, para tapar posibles huecos, por una actriz cuyo currículum familiar impresiona se mire por donde se mire -el ilustre apellido Alterio tiene su propia cuna- es una buena mezcla de calamitoso dolor bañado con tintes agrios de sonrisa amarga. A pesar de lo mucho que se ofrece, la historia se queda a medio camino de todo el jugo que se le podría haber sacado si no se hubieran conformado con un guión de medio pelo; más agresividad, más amargura y una más meritorio hondonada en lo profundo de los sentimientos adversos. Los personajes no logran un feeling total con el concurrente (harto fácil teniendo en cuenta los tiempos que corren) y, una vez más, una creación nacional se queda a medio gas, no sabiendo plasmar en pantalla lo que la audiencia realmente le está solicitando. Un buen proyecto que no ha encontrado la carretera directa hacia su culminación perdiéndose en redes secundarias