Es curioso lo que ocurre con esta película sobre la segunda guerra chino-japonesa, cuyos hechos ocurrieron en 1937; al principio te preguntas por qué has elegido esta película, que dónde te has metido, para terminar con un sentimiento de conmoción, de emocionante inquietud interior y de una enorme implicación y afinidad con los hechos y los personajes. Con una magnífica e impresionante interpretación de Christian Bale -hay alguna que no lo sea? Espléndido actor en todos sus sentidos-, el único fallo que se le puede atribuir al director es su toma de postura, su no neutralidad a la hora de la narración; aunque, sólo hay que ver quién produce la misma para entenderlo. Pero, con todo, el trabajo de Yimou, para llevar a la gran pantalla la obra de Yan Geling es excelente. No es la mejor historia sobre las tragedias y atrocidades ocurridas en este tipo de guerras, ni el hecho más cruel jamás contado, pero consigue con el espectador una impresionante conexión, dejándote llevar -sin poder evitarlo- por todas las emocionantes emociones -valga la redundancia- que consigue despertarte. El único consejo que ofrezco es no hacer caso de las enormes injustas críticas bajas que algunos le han ofrecido -no lo son todas- e ir a verla; júzgalo por tí mismo, siéntate y decide si éstas son justas o no. Ya te adelanto que tu respuesta será no.