Escoge una tarde de domingo, cómprate palomitas, abre bien los ojos y disponte a disfrutar de todo el espectáculo que tus cinco sentidos sean capaces de captar; déjate llevar por el niño que llevas dentro y adéntrate en un mundo de fantasía, de inventiva imaginación, de espléndido colorido e ingeniosa imaginación, con su héroe y su princesa, con sus grandiosas batallas y sus delicadas escenas de amor, con ese esperanzador triunfo del bien sobre el mal, de la justicia sobre los malvados...; sin esperar un gran contenido narrativo, serás recompensado con la fastuosa representación de una leyenda, de una fábula donde con tenacidad y valentía uno hace realidad todos sus sueños, donde la fuerza de voluntad y el esfuerzo son recompensados con el máximo premio que puedas desear. Podría seguir y seguir pero una vez claro el mensaje, también es tontería repetirse. Con un perfecto y correcto uso de los efectos especiales, la factoría Disney demuestra -una vez más- que sabe seguir estando en lo más alto de la cúspide, acertando en el producto creado para su público. Película de entretenimiento que hace muy bien su trabajo. Eso sí, no hagas la ridiculez de verla en minipantalla; si quieres realmente disfrutarla, siéntate en el asiento de cualquier sala de cine y disfruta de la gran pantalla acompañada de su espectacular sonido.