Se cumplen 30 años del estreno de una de las obras más singulares del cine español, una película infravaloradísima y desconocida para la gran mayoría del público en general pero que ha permanecido viva en la mente muchos cinéfilos a lo largo de los años y que sin duda alguna es la película de culto por excelencia de nuestra cinematografía: Arrebato. El maestro Iván Zulueta, fallecido el pasado año, logró crear una película única: experimental, abstracta, rupturista y transgresora, alejada de todo convencionalismo y que no se parece en nada a ninguna otra, al menos que yo haya visto hasta ahora. No es fácil hablar de Arrebato, su argumento es bastante extraño y difícil de entender: los personajes parecen vivir en un mundo aparte rodeados de su propia locura, como en una especie realidad irreal, valga la redundancia. Todos ellos marcan su camino hacia la autodestrucción desde el principio. Los temas de los que trata la película son variados: sexo, drogas, desencanto, suicidio, etc. Pero sin lugar a dudas el tema central que trata la película es el poder vampírico que el cine ejerce sobre el ser humano y de como una simple cámara puede convertirse en una ladrona de almas. Todos los temas están tratados desde un punto de vista muy radical, y más teniendo en cuenta a la época a la que pertenece la película. Sin lugar a dudas es una obra adelantada a su tiempo, al igual que su creador.

El 9 de junio de 1980 Arrebato se estrenó en el desaparecido Cine Azul de la Gran Vía madrileña, sin apenas promoción ni publicidad, lo que propició que fuera un rotundo fracaso comercial (apenas 14.000 espectadores la vieron). Sin embargo la mayoría de los críticos la calificó de manera muy entusiasta y gracias a ello la película logró sobrevivir con el paso del tiempo, pese a que se emitió en contadísimas ocasiones por televisión, nunca fue editada en VHS y la primera edición en DVD se lanzó hace no mucho. Desde su estreno hasta nuestros días la legión de seguidores de Arrebato ha ido en considerable aumento, lo que le permitió pasar de ser una película maldita y casi olvidada a ocupar un puesto de honor en la historia del cine español. Pese a que necesita varios visionados para entenderse, merece enormemente la pena.