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7
Comedia Un fabricante catalán de porteros electrónicos viaja a Madrid, acompañado de su amante, para asistir a una cacería que él mismo ha organizado. Lo que pretende es relacionarse con gente de la alta sociedad española para promocionar su negocio. En la finca del marqués de Leguineche conoce a diversos personajes y vive multitud de situaciones tan absurdas como disparatadas. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2010
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer murió Berlanga; hoy continua el mito. Siempre es una buena ocasión acercarse a su aguda filmografía, tan poblada de figuraciones, personajes secundarios y caracterizaciones sociales y esta película no es una excepción. Además de poder disfrutar en sus películas de enormes actores entre los que destaca López Vázquez uno de los mejores actores de todos los tiempos, un estajanovista del cine con cerca de 250 apariciones pero tan lleno de recursos y matices, siempre tan alejado de las estereotipadas poses del star-system del a menudo sobrevalorado mundo del cine. Las interpretaciones de López Vázquez en Plácido (1961), del propio Berlanga, El pisito (1959) de Ferreri y Ferri, Atraco a las tres (1962) de Forqué, Peppermint Frappé (1967) de Saura, El bosque del lobo (1971) de Olea, Mi querida señorita (1971) de Armiñan, La cabina (1972) de Mercero, etc. son una lección auténtica y referencia para tantos actores susurradores de hoy en día.
Respecto a la “La escopeta nacional” lo primero que se podría decir es que, aprovechando las aplaudidas Escuelas de Negocios que hay en España, su visionado debería ser obligatorio para todos los estudiantes que quieran saber más acerca de cómo hacer negocios en España. Berlanga plantea esto en su película de un modo auténtico y característico no lejos de sus personajes habituales desorientados por el desarrollismo tras el Plan de Estabilización Económica.
La cacería es un reflejo cómico y esquemático de algunos de los integrantes de las élites improductivas del franquismo desarrolladas en su reparto coral. De este modo, el fabricante de porteros electrónicos organiza la caza para arrimarse a la alta sociedad y aprovecharse de la capacidad de decisión de éstas, a fin de asegurarse la concesión del negocio. Esta parte crítica de la película se centra en el capitalismo español y la iniciativa empresarial que deja de lado los planes de negocio, el esfuerzo personal, la competencia, la iniciativa privada y el riesgo empresarial (economía teórica) y acude al enchufismo y el capitalismo de amiguetes para subsistir (economía real). El modelo productivo español adolece de muchos de estos lastres arrastrados (desde antes del franquismo); en España el sistema económico se aproxima más a un capitalismo de Estado privatizado en favor de las grandes empresas (y ya no solo por industriales concretos como Saza en la película): unas pocas empresas oligopolistas, influyen en los gestores de los presupuestos públicos, que ofrecen obras, infraestructuras y concesiones públicas a las grandes constructoras, eléctricas o bancos y que, a su vez, subcontratan en varios niveles y viven de de las primas, subvenciones o la pura especulación con las mismas sin importarles la necesidad social de estos negocios, su improductividad o su ineficiencia. Este arribismo queda simbolizado en su continuación “Patrimonio nacional” cuando los Leguineche vuelven de la finca a su palacio en Madrid para hacer la corte en la capital.
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