Pienso que para gustar bien de esta película hay que tener afición a la filosofía. Porque trata de un tema filosófico de siempre, la felicidad. Y a través de una historia de fracaso y de soledad (no tanto porque ese arrullo de la abuela al bebé es magistral) se dice que la felicidad es la esperanza de la felicidad. Los hechos pueden maltratarnos pero la esperanza es lo último que se pierde, es decir, puede no perderse nunca. Una pista, la gata se llama Pandora.
Y todo eso con una Isabelle Huppert prodigiosa, sobria, natural.
Y de fondo también el radicalismo de la juventud, de alguna juventud. Ella dice: yo ya estuve allí.
Frente a la abstracción de las ideas, la vida. En el caso de esta mujer, los hijos, el nieto.