Ya Perojo, en 1934 con La Verbena de la Paloma, demostró que sabía rodar como pocos en su tiempo.
Aquí lo mismo. Al principio hay más de cinco minutos en los que solo suena la música de Rossini y gente pasando de una habitación a otra, donde demuestra un sabio manejo de la cámara.
La trama no sigue exactamente ni la obra de Beaumarchais ni la ópera de Rossini, sino que la adapta para el lucimiento de los actores y actrices de la época, Estrellita Castro y Miguel Ligero, muy populares entonces.
Puede gustar o no el estilo, pero Estrellita tenía una voz prodigiosa y una entonación sin un solo fallo. Aquí canta, entre otras, La Tarara, Su caracolillo en la frente y en la cara, que era como su DNI, queda antiguo, claro, como todas las modas,,,cuando pasan.
Lo más flojo es el guión y los diálogos, demasiado teatrales, en el mal sentido, porque también lo eran, y en el buen sentido, los de La verbena de la Paloma. Estos resultan, casi siempre, muy poco inspirados, faltos de gracia. Son del mismo Perojo, que aquí no estuvo afortunado.
Sin olvidar a Raquel Rodrigo y la excelente interpretación que hace de Una voce poco fa.
Y la película es de 1938, aún en la adolescencia del cine. Siempre interesante como documento histórico. Una de las primeras películas musicales, con un matiz propio que áún no copiaba al cine americano.
Interesante la presencia de Alberto Romea, que tan larga carrera haría como secundario.
Hay un detalle curioso: en una vidriera aparece el acrónimo No-Do, que no es el noticiario franquista sino algo que forma parte del escudo de Sevilla,y que al parecer se refiere a que Alfonso X habría dicho, sobre la fidelidad de la ciudad: NO (me ha deja)DO.