La película no es buena, claro. Pero es que me gustan los paracaídas y ver a J. L. Ozores, casi haga lo que haga. Y más en estas películas en las que él lleva todo el peso. La película, en su día, gustó mucho, por Ozores, que ya llevaba trabajando desde diez años antes. Gracias a él la película se deja ver.
Por fortuna lo de las novatadas ya no se lleva, pero las de aquí tampoco son tampoco demasiado duras y uno acaba riéndose con las caras de Ozores.
Lo que no se acaba de entender es cómo, contando con el asesoramiento militar, se permitían algunas de estas tonterías. Además, el personaje del paleto no está bien dibujado, porque dice cosas de gente inteligente. “El que se ría de mi, me lo cargo. Eso está ya jurao”.
Y la empanada de lomo que se jama con su madre, de lo que no hay.
Y estas películas sirven para descubrir actrices fantásticas, como Carmen Rodríguez, que hace de madre del recluta. Un papel muy corto pero se ve que llevaba toda la vida actuando.
Por último, las escenas de la guerra están bien rodadas, sobre todo los planos generales.