17 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya me costó leer la novela, a pesar de que he leído hasta la Fenomenología del espíritu, de Hegel; Ulises, de Joyce y una serie casi interminables de magníficos tochos. Pero la película es que la acabé de ver sólo por amor propio. Me aburría porque no pasaba nada (y sabía que nada iba a pasar) y los flashes back, además, me cabreaban, por lo falso.
Que se crea un ambiente de fin del mundo, de agonía mundial, de gris desesperanza, sí, bien, pero a los diez minutos ya también eso cansa.
¿Y qué van a hacer los intérpretes? A veces se nota que ni ellos se lo creen.
Viggo Mortesen tiene tanto oficio que sale airoso. Y también el chaval. Pero una película -más aún que en la novela- que basa la intriga en saber si al final no queda ni el apuntador no puede dar mucho de sí.
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