Interesante como experimento. Pocas veces se ha visto una adaptación de Shakespeare más fiel a la letra y al espíritu de la tragedia.
Pero se ha hecho de un modo tan minimalista, pobre, oscuro (sobre todo oscuro, casi todo a la luz de velas) que apenas puede verse.
El trabajo de Fassbender y de Cottilard es muy bueno, si se les viera un poco más los gestos y las caras.
Hay truquitos estéticos que no conducen a nada, como la cámara lenta en los combates, la alternancia de silencio y alaridos.
Prevalece un discutible sentido de lo estético sobre las pasiones humanas de la ambición y la maldad, que son la esencia de este drama.
Con un poco de más claridad y menos minimalista esto podría haber sido una gran película. Las brujas del principio no están vistas con la fuerza del mal, sino como unas silenciosas videntes. Falta fuerza, dinamismo del mal.
Añádase una música continuamente quejumbrosa y soporífera.