Si se acepta el punto de partida, una comedia musical frívola e intrascendente, lo que trae consigo diálogos algo tontos, la película resulta divertida.
Una ambientación acertada, debida al gran especialista Enrique Alarcón. Una guapísima Marujita Díaz, tan lejos aquí de esa mujer que aparecía muchos años después en los programas de la tele basura. Aquí hasta canta vals, pero no tan bien como cuando le daba al pasodoble. La escena del baile acrobático en el Moulin Rouge tiene su gracia y su mérito.
Está también el inevitable can-can, muy bien rodado.
Igualmente deliciosa Isabel Garcés, en un papel poco importante. Dos galanes de la época, Estrada y Gil, este último con menos fortuna después que el primero.
Y secundarios de siempre, Orjas, Xan Das Bolas, además de la sin par Gracita, aquí no de criada, sino de señora, más o menos.