Una película del 47 que conserva toda la frescura. No solo es un deleite para la vista, por la fotografía y el color, lo asombroso es lo bien que está rodada. Hay una sucesión de planos muy interesantes y sugestivos, pero sin hacer alarde de eso. Es a la vez algo sencillo y sofisticado.
Dos interpretaciones geniales, la de Deborah Kerr y la de David Farrar. Y muy destacada la del niño, que pone alegría en la película.
La considero buena por aquello por lo que precisamente fue premiada.
Otra cosa es la trama. Ya mandar a cinco monjas a un lugar perdido, en el Himalaya, es algo peregrino, Y para ser monjas, hay muy poca espiritualidad, Da la impresión de que son más de una ong. La excusa de que no son contemplativas sino “trabajadoras” es muy pobre.
Ignoro si en la novela se profundiza más, pero tal como está el guión, en cuanto al contenido, no en cuanto al trazo, se queda muy corta.
Y la subtrama que protagoniza Sabu tampoco es que valga mucho.
De cualquier modo, compensa verla.