Hace días que vengo meditando acerca del título y el contenido que quería brindar a esta crítica. Creo que calificarla de "joyita" es lo más atinado. No se trata de una "joya" del cine universal y es posible que no quede para la posteridad, pero el debut de Dustin Hoffman como director (de quien, en tal calidad, debo reconocer, guardaba prejuicios y hasta cierto recelo en esta nueva actividad, por cierto injustificados) merece esta denominación.
Luego de ver los filmes predecesores que encaran un tema semejante, como lo es la última oportunidad para los humanos cuando la vejez comparece ante nuestras puertas ( me refiero a "El exótico hotel Marigold" o la francesa "¿Y si vivimos todos juntos?") éste, a diferencia de las anteriores, deja un cierto tono optimista sobre la ineluctable decadencia que nos apareja el avance de la edad. ¿Será quizás el ambiente bucólico de la residencia geriátrica inglesa? ¿o la exquisitez de los fragmentos de ópera o sinfonías con que nos ilustra Hoffman anunciado los títulos de las obras a las que pertenecen?. ¿O a lo mejor es la sorpresita que nos depara cuando en los créditos finales aparecen develados los intérpretes secundarios? (ojo, creo que esto no es spoiler). En tren de seleccionar alguno de estos interrogantes, me inclino por los tres. Todo conforma un conjunto de placer visual y melómano. Pero si a ello debemos agregar otro condimento, no pueden soslayarse las avasallantes interpretaciones de los integrantes del cuarteto. Así, el recordado Tom Courtenay (impecable en un personaje de gran fineza donde se mueve con una absoluta comodidad, como si ensayara ante el espejo en la intimidad), la impagable Maggie Smith (tremenda como la diva en retirada y distinta de la divertida geronte irónica de "El exótico hotel..."), la excelente Pauline Collins y el divertido Michael Gambon, nos regalan un "bonus" de experiencia actoral para nuestro regocijo.
Pienso que contando con estos actorazos/actorazas, la tarea emprendida por Hoffman debe haber sido más sencilla, sin desmerecer su conducción general, pues presupongo que fue un "sólo dejarlos hacer" sin marcaciones de sus personajes. La recomiendo para los espirtitus abiertos que todavía pueden emocionarse con un "Rigoletto" final a todo trapo, perfectamente resuelto por Dustin, que eludió el doblaje vocal de los actores con un recurso muy inteligente. Como lo estimé al principio,"una joyita".