Esta historia podría estar inspirada en el cuento de Théophile Gautier, en el que una muerta enamorada vuelve del otro mundo para estar con su amante. Aunque aquel era más un cuento vampírico y necrófilo, demasiado heavy para un film de animación. La historia que nos cuenta Burton no es más que otro cuento clásico de enamorados abocados a pasar por la vicaría. Cuentos de éstos hay un montón, pero ninguno tan gótico, tan humorístico, tan divertido y para mi gusto, tan entrañable, como la novia cadáver. El stop-motion de Burton consigue que la película tenga cierto aroma a teatro de guiñol, lo que aumenta el encanto del cuento.

…”cruzar por el puente viejo al otro lado y danzar el dulce son de los muertos…” Burton pinta el mundo de los vivos en tonos lúgubres y el otro mundo lo tiñe de color, canciones y alegría, al más puro estilo del día de los muertos mejicano.

A cerca de la música de Danny Elfman, diré que la encuentro un pelín cargante. Pero si hay algo que me fascina de las bandas sonoras de Elfman son los coros, esos mismos que llevan años sonando en los anuncios navideños. Me fascinan desde que los escuché por primera vez en los créditos de Eduardo Manostijeras. Suenan a fantasía y a magia (esto me ha quedao mu cursi, pero no lo pienso retirar)

Y para magia, la de Burton a la hora de diseñar a sus personajes. Es aquí donde la película se destaca sobre otras. Cada muñequito es diferente. Diseña todo tipo de estructuras faciales (tremendo catálogo de ojos, bocas, pómulos, narices, mentones, frentes… cada personaje tiene rasgos exclusivos), de complexiones (hay desde seres esféricos, a larguiruchos como lápices, pasando por todo tipo de chepudos…, mutilados, esqueletos que no se parecen los unos a los otros, niños, ancianos, perros, arañas, y hasta un gusano que es clavadito a Bitelchús)
Los protagonistas se ciñen más al aspecto de sus intérpretes. Víctor gesticula a lo Johnny Deep, Victoria tiene los peores rasgos de Emily Watson (obsérvense los desproporcionados ojazos en contraste con la boquita de piñón y, lo más representativo de la actriz, la frente peñada) y Emily, la difunta novia, aunque ciertamente se asemeje a la extravagante pinta de la esposa del realizador, les queda más parecida a Neus Asensi (fijarse bien)

Me rindo a los derroches de imaginación de Burton. No lo puedo evitar, ¿pa qué?. Forman parte de esas pequeñas cosas que me alegran un poquito más la vida.