La peli arranca con un SPOILER del carajo.

SPOILER, del inglés: ESTROPEAR.

Y luego ya se toma su tiempo para contarte lo que en realidad te cuenta: El TERROR de convertirte en una anciana enferma, dependiente y pellejuda, o de ser su nieta, que tiene que relegar su tersa juventud para cuidar de una anciana enferma, dependiente y pellejuda.

Tal vez esta honestidad excesiva respecto a la parte esotérica del relato se deba a que así, conociendo el percal de entrada, te fijes bien en cómo se lo han currado los de arte, con tal profusión de detallitos. Este es el tipo de cosas que se aprecian mejor en un segundo visionado, pero en esta peli así como la plantean casi que no apetece ni el primero. Pero bueno, sí, un primor.

Por un lado, está Paco Plaza, maestro del terror costumbrista. Su forma de afrontar el fantástico suele cimentarse en la cotidianidad y la maneja de maravilla. A cualquier persona le puede atacar un demonio o cualquier otra cosa maligna mientras prepara la cena, hace la colada y limpia el polvo con Centella. Y te lo crees, porque Paco sabe cómo mantener la coherencia interna de sus relatos.

Por otro lado está Carlos Vermut, y este es un tronao. El único cineasta español que ha tenido los bemoles de hacerse una especie de peli manga con actores reales. La necesidad de Carlos de referenciar aquí su Magical Girl la desconozco, él sabrá, pero ahí queda.

Bueno, total, lo que trato de decir: que en el mundo de Paco cualquiera se puede atragantar con un currusco de pan, un kiko o un filete, pero jamás con un puré. Pero a Carlos eso si le parece normal, como se lo parece que alguien se teletransporte. Y estas cositas enrarecen la peli de Paco, que es un tío muy normalito.

Yo les aprecio a los dos, pero mejor por separado, porque aquí lo que consiguen es que tenga más peso los estragos de sus idas de pinza que los de la vejez de la abuela.