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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
7
Comedia. Drama. Romance Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro. (FILMAFFINITY)
20 de diciembre de 2011
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En honor a todos los tarrillas de la web, que utilizan recurrentemente frases como ésta y, sobre todo, en honor a la propia película, voy a repartir premios, que lo mismo nunca se me presenta una ocasión tan clara:

-VAL de BRONCE: Ex aequo para los dos protagonistas. Su interpretación resultaría abominable en cualquier otra película, pero es perfecta para ésta. Han hecho como en el anuncio ese, aprender a desaprender. Espléndidos.

-VAL de PLATA: Ex aequo, también. Dirección de arte, vestuario, maquillaje y peluquería. Consiguen que nada, absolutamente, desentone. Esto conlleva un ímprobo trabajo de investigación, y les ha cundido más que a los del CSI.

-VAL de ORO: Director de fotografía. Sobran las palabras.

MENCIONES ESPECIALES: Al chucho, al adiestrador canino, al director de casting y al cartelista.

Quiero también hacer llegar a Michel Hazanavicius mi agradecimiento sincero por haber engendrado este delicioso anacronismo, con tanto cariño y dedicación. Le ha quedado irregular, lamento decirlo. Hay momentos magníficos, como el de ella con el perchero en el camerino de él, que te hacen sentir como si, en vez de en una sala de cine, te hubieses acomodado en la máquina del tiempo. Esa candidez tan antigua alimenta la imaginación. Pero esta sensación se va a hacer puñetas con cada secuencia larga de diálogo mudo. En el cine mudo de verdad nunca se echa de menos escuchar lo que dicen. El intento es romántico y loable, pero, como a casi toda película actual, le falla, ocasionalmente, el ritmo narrativo.

Y luego está la banda sonora, que va a juego con la imagen. Hay pasajes musicales magníficos, y otros desatinados que saturan la paciencia del espectador.

Así que, resulta que es cierto. Por más empeño que se ponga, ya no se hacen películas como las de antes.
VALDEMAR
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