Y esto es lo que pasa cuando te hablan, y hablan, y hablan acerca de una película durante meses, meses y meses. Que inevitablemente te generan un dichoso prejuicio, que en cuanto comienzas a ver la película, se va disipando lentamente. Ya vi en su día el cortometraje "Marionetas" de Carlos Vermut, el cual me pareció entre insufrible e inaguantable, un ejercicio de realismo sosegado y cercano, pero horriblemente desarrollado. Pues aquí se transmite algo similar al tono de una película, que se hace algo pesada, con un ritmo constante, donde la sucesión de la misma en esos episodios de MUNDO, DEMONIO y CARNE, imagino que habrá un sentido para los mismos en la mente de Vermut, pero a mí especialmente me sobraba todo ello. Se agradece que sea distinta, y única en su forma y contenido, abordando algo típico dentro de los problemas sanitarios, con escenas algo surrealistas (ese pitillo y ése gin tonic) y que no pueden sino arrancarnos alguna carcajada. Pero el tono es tan frío, tan técnico, pulcro, que hasta resulta inhumano. El reparto está muy bien, no obstante creo que demasiado contenidos para mí gusto, si bien ya el tono de la película no es de mi gusto, y quedan muchos cabos sin atar, muchas cosas sin explicar, a cada cual con lo suyo... Sacristán sin lugar a dudas es la principal razón para ver ésta película, aunque Bermejo también está espléndido y Lennie tampoco lo hace nada mal. No obstante, el guión tampoco me resulta nada del otro mundo, hasta me parece que peca de algo de predecible. La dirección recuerda en algunos aspectos a cierto aire kubrilesco que desconcierta con el género que aborda, y ése lagarto negro... ¿qué hay ahí dentro? Vermut sabe que aquello que no se muestra genera mayor impacto, no obstante, en este caso yo creo que al intentar mostrar tan poco, se ha quedado corto para mi gusto. A pesar de la decepción, es mucho mejor que mucha de las películas españolas que se hacen con frecuencia en éste país, y supone un gran paso en la evolución del género.