El otro día alquilamos esta película de la que ya habíamos oído hablar gracias a su paso por el festival de Sundance.
Se puede pensar que se trata de una historia de niños y para niños pero ni mucho menos, es un homenaje a los 80 como ningún otro y una historia de amistad tan gamberra como la que más.
Y es que no sientes más que añoranza de aquellos maravillosos años en los que las fronteras culturales existían, donde el intercambio era una experiencia surrealista, donde el VHS era el rey de la casa y donde la música lo inundaba todo. Este es el merecido homenaje al Peta zetas con coca cola, a los colorines y a las melenillas y por si fuera poco una fuerte crítica a aquellos ambientes religiosos que convierten el día a día en una carrera de obstáculos hacia el cielo.
Y es que había una época en que los niños salíamos a la calle a jugar con pistolas...