Jaime es un chico pobre, una especie de "garoto da rúa" de 14 años que vive con su madre y a la que le oculta que trabaja clandestinamente en la construcción, o lavando autos. Tiene que tolerar algunos sinsabores, como no soportar a la actual pareja de ella que, incluso en una ocasión, se queda con la plata que el ganó con esfuerzo. Paralelamente, se ve en la necesidad de aguzar su ingenio y de escapar del control de un investigador que está detrás del trabajo infantil, pues otra criatura perdió un dedo en un accidente. Entonces, debe apelar a todo tipo de subterfugios, como decir que el padre le dio la plata, o todo tipo de evasivas cuando se inquiere el origen de sus pequeñas ganancias. Es un chico "grande", avispado, porque la vida en el límite de la ruina económica lo puso en esa situación, y es muy buena la composición de Saúl Fonseca, un personaje que termina siendo simpático y muy creíble. Con un nítido criterio estético, con agilidad y amenidad se desenvuelve el guión, con diálogos realistas que no excluyen las malas palabras, pero ajustados a lo que es la vida cotidiana en el ambiente paupérrimo donde crece Jaime, la película logra un retrato veraz que no llega a un "regodeo" en la sordidez. Muy recomendable. 9,5.