Su testarudez termina causando una situación límite para ambos que se salda con la muerte por inanición de Setsuko, fácilmente solucionable si hubieran vuelto a casa de su tía. Pero, ¿cómo juzgarle? Es un chico que no hace las cosas del todo bien, pero anda cargado de bellísimas intenciones. Aunque en última instancia acabe siendo el artífice de su propia desgracia, no puedo menos que admirar cómo atesora todos los momentos felices que pasa jugueteando con su hermana (preciosa y memorable la escena del juego de luces con las luciérnagas) y, sobre todo, cómo se enfrenta a la crudeza de la situación. En la que es tal vez mi escena favorita, Setsuko le confiesa mientras cava una tumba para las luciérnagas que sabía de la muerte de su madre. A Seita se le humedecen los ojos e inmediatamente se contiene, intentando consolarle. La elegancia de la escena es fascinante, no falta ni sobra un solo segundo (por lo que no se hace en exceso sobria ni lacrimógena) y a eso hay que sumar los admirables esfuerzos de éste por ocultarle durante tanto tiempo la noticia, que adquieren aún más dramatismo ante esta situación. Tal vez el hecho de querer ocultar a toda costa las consecuencias de la guerra para Setsuko sea otro síntoma de negligencia de Seita, y éste debería hablarle más francamente. En todo caso, la gran virtud de esta película es hacer que las cosas se justifiquen solas. Puede ser que sea completamente inútil esconder a su hermana de la realidad, y puede que sea incluso perjudicial, pero lo que cuenta es el modo en que se hace. Cada vez que trata de consolar a su hermana, ha de tragarse sus pensamientos y aparentar tranquilidad, y son esos esfuerzos en esconder la procesión que lleva por dentro los que hacen que definitivamente este personaje me llegue a calar muy hondo.

Además la animación está siempre a un nivel excelente. Adoro el tono sobrio y apagado para reflejar un ambiente desolador, pero me quedo con el momento mágico de las luciérnagas. De nuevo, el excelente cuidado artesanal otorga mayor realismo a los escenarios y personajes.

No sé si será, de hecho, la mejor película de animación de la historia del cine, pero seguro que sólo Miyazaki puede competir con ésta. Maravillosa. Imprescindible. Las diez estrellitas se quedan cortas, porque una obra de este calibre puede tardar otros 21 años en aparecer.