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España España · Alicante
Voto de lucabrasi:
8
Drama Kanji Watanabe es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza y termina como lo que es, una obra maestra del cine. Tanto el primer plano como el último son genialidades dignas del gran maestro Kurosawa. Sin recurrir al sentimentalismo barato de un enfermo terminal nos narra los últimos meses de este. Nos enseña que es necesario saber que vas a perder algo para poder apreciarlo.

Este relato te desgarra el alma, pero no se queda solo con el problema de la enfermedad sino que nos muestra la ineficiente burocracia de los países democráticos, la dificultad de escuchar sin hacer juicios de valor y trabajar durante treinta años sin faltar ningún día al trabajo pero no conocer ni a tu propio hijo.

Mientras que otros directores utilizarían música lenta y triste para ablandar el corazón, Kurosawa borra en casi todo el metraje la banda sonora, solo en breves momentos nos deleita con una melodía desgarradora que sale directamente de las cuerdas vocales del protagonista haciéndonos participe de cientos de sensaciones a la vez, el amor por su mujer fallecida, la lejanía con su hijo vivo y sobre todo el haber malgastado su propia vida.

El personaje principal es interpretado por Takashi Shimura de una forma no solo magistral sino también tierna y sencilla, haciéndonos que formemos parte de él desde el primer plano en el que aparece. En todo momento sin que él tenga que hablar sabemos cómo se siente y lo atormentado que esta por su problema, el cual no radica tanto en tener morir, ya que todos lo haremos tarde o temprano, sino en no haber vivido.

Ayudar a pasar un ciego la calle, dar una limosna al que la necesita, escuchar a la persona que necesite consejo, esto son pequeñas cosas que nos pueden hacer sentirnos vivos. Cuando el personaje observa el cielo y dice que lleva treinta años sin mirar una puesta de sol, el corazón se nos para de golpe porque nosotros tampoco hemos visto en mucho tiempo una puesta de sol. El mundo que nos rodea siempre en movimiento y cambiante nos hace sentirnos como el señor Watanabe, solos.

Nada se puede reprochar al genio de Kurosawa en esta cinta, aunque a mi juicio no llega al nivel de perfección que si alcanzó con la inmejorable Dersu Uzala.
lucabrasi
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