Meritoria gamberrada para mayor gloria de los Monty Python, esos incorregibles genios tan amados como odiados. Se podrían hacer hasta tesis sobre cómo definir su humor, unos dirían que absurdo, otros que surrealista, otros que inteligente, otros incomprensible, otros tonto, otros de culto...lo cierto es que hay que pillarles el punto y que muchos de sus golpes no son para todos los públicos, en el sentido de que versan sobre aspectos de la historia, la filosofía o la cultura popular (y en particular de Reino Unido).

6 años antes de la legendaria (en todos los aspectos) "Excalibur" de John Boorman, el sexteto dio su muy particular versión del mito artúrico, en una producción hecha con cuatro libras y rodada en apenas un mes, algo que se nota pero el grupo consigue que sea secundario, pues resulta notable su pericia para aprovechar cada trozo de tierra, cada plano, cada personaje (cada uno interpreta a varios) cada castillo y cada extra.

¿Que no podían ni disponer de caballos? Pues a cabalgar ellos mismos mientras hacen sonar unos cocos. Éste y decenas de gags inolvidables, como el del caballero negro, el relato de las "hazañas" de Sir Robin, el rescate de la "doncella", el castillo de Antrax, el de los franceses, el conejo asesino, el del historiador, el de la bruja, el de la canción de Camelot o el del campesino "anarquista", hacen a la película irrepetible y enormemente disfrutable, muy apta para pasar el rato a carcajada limpia e inteligente siguiendo la alocada marcha de estos caballeros.

Cómo olvidarse de la Sagrada Granada de Mano de Antioquía...