Horror absoluto ejemplificante de cómo no hay un fondo para el abismo más profundo de la estolidez cinematográfica. Nos hallamos ante algo parecido a una comedia romántica, en el que ni siquiera se atisba un romance medianamente interesante. Todo resulta predecible, cocinadito e indigesto como un empalagosillo pastel rosa, color que domina en casi todas las escenas de este subproducto, destinado para una clase de mujeres, las unineuronales, porque se me hace difícil imaginar que nadie con una inteligencia superior a un "border line" pueda sentir algo más que un bostezo mientras contempla esto.
Desconozco si por imperativos de producción o qué, pero me resulta curioso el desconocimiento del alma femenina que tienen las responsables de esta cosa, todas mujeres, desde la canadiense Nisha Ganatra, la guionista Tassie Cameron a la productora ejecutiva y protagonista Heather Graham, que será muy mona, muy rubia y con dos poderosas razones, pero que no parece haber aprendido mucho tras trabajar con grandes del cine "indie" o alternativo americano, como Paul Thomas Anderson (Boogie Nights), David Lynch (Twin Peaks) o Gus Van Sant (Drugstore Cowboy). Su papel como Pippa McGee, absolutamente odioso, responde a una visión tan "americana" y tan machista que es casi ofensiva: pretende ir de transgresora, de luchar contra un sistema social en el que poco menos que se condena al ostracismo a toda mujer que se acerca a los treinta sin haber logrado pillar marido, para concluir viendo que es todo fachada y que se pliega a la memez del romanticismo más descerebrado.
En fin...