Ya casi que da pudor el ponerse a escribir con tanta buena crítica que hay por aquí (algunas de ellas, verdaderamente geniales, con un ingenio que le impiden a uno contener la risa). Sin embargo, veo que por aquí alguna cosita puede apuntarse en torno a la relación de la película con la historia del cine y con algunos escritores. Pero antes de nada, comencemos con los prolegómenos para que me entiendan por qué le doy un 9 a un film que otros le darían menos.
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1. En primer lugar, tengo que confesar que intento que mis calificaciones no estén motivadas por el gusto, sino por la relevancia critica que le veo en la historia del cine y su calidad técnia. "Sacrificio" (como le pueda pasar a la mayor parte de las novelas de Faulkner, Prous o Joyce) no es un bocado fácil pero me parece que en términos técnicos muy buena y en la historia del cine deja un lugar importante.
2. En segundo lugar, películas como "Sacrificio" no es para todo el mundo. Ojo, que no es una actitud gafapastil. Hay obras que gustan y otras que no. Y hay obras pesadas, como la tetralogía de Wagner, la música de Craddle of Filth o algunos títulos de Tarkovsky que piden un gusto muy restringido. Es lo que es. Si no les gusta el marisco no vayan a ir a una marisquería.
3. En tercer lugar, como con la comida, hay un tiempo para todo. Un tiempo para Led Zeppelin, otro para Bach; un tiempo para Chopin y otro para Gypsy Kings. Aquí la clave es la oportunidad. Hay que buscar el día, porque como veas "Sacrificio" el día equivocado, va a ser que no.
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Dicho esto, "Sacrificio" me parece una cinta que tiene bastante de lo mejor de Tarkovsky y un poco de lo peor (claro que... ¡lo mejor es tan bueno!). Vamos por partes.

Del lado de lo bueno tenemos unos encuadres, unos movimientos de cámara, unos planos-secuencia (sí, esos planos largos sin cortes) que son sencillamente inolvidables. Si se deja a un lado la pesadez de las ideas, las imágenes son de una indudable fuerza. Lo llevan a uno a pensar en Bela Tarr y su maravillosa poesía.

Para mí otro acierto es el hecho de que Tarkovsky haya decidido dialogar abiertamente con grandes directores y grandes de la literatura. En esta película convergen el espíritu del Dreyer de "Ordet", el Bergman existencialista, las citas y evocaciones literarias de Dostoievsky ("El Idiota", "Crimen y castigo"), Shakespeare ("Hamlet", "Ricardo III"), Borges (el mapa de "El rigor de la ciencia") o Kafka ("La Metamorfosis"). Obviamente, para quien le guste la literatura o estos autores, el juego de referencias da un plus (un poquitín narcisista pero inevitable).

Si a esto le añadimos un uso muy inteligente por vía de la música y la ropa del código de honor samurai japonés, una preciosa referencia al Bach de la Pasión según San Mateo y al siempre misterioso Leonardo, pues, claro, al que le guste el arte como a mí, se lo pasará pipa.

Además, no solo juega a citar a otros, sino que también Tarkovsky juega a citarse a sí mismo, con las playas, el niño y los árboles de "La infancia de Iván", la casa de miniatura y el plano en blanco y negro con la fábrica en ruinas (¿autorreferencia a "Solaris?), los iconos de "Andrei Rublev", los cuerpos suspendidos (nuevamente de "Solaris"), etc. Estas referencias ofrecen capas, juegos, en los que si se entra se ve recompensado el esfuerzo, si no, realmente lo que se recibe es tan fragmentario que dan ganas de desistir.

Del lado negativo, he de señalar que convengo con algunos compañeros en patinazos importantes: junto a diálogos estupendos, hay algunos de verdadero tarado (borracho los he tenido mejores); el conjunto coral de personajes no añade al drama interior del protagonista y se observa nuevamente esa tendencia algo irritante a dejar cabos sueltos e inconexos. Conviven, de hecho, escenas geniales junto a escenas patéticas. La del cartero tirándose a suelo porque sí, porque un ángel (sic.) le dado un empujón queda para la antología del cachondeo.

Con todo, ¿ganan las luces o las sombras? Pues las luces, porque en cinco minutos, con un plano de la nieve volada por el viento, Tarkovsky te da una lección de cómo filmar que muy pocos en la Historia del Séptimo Arte serían capaz de igualar. El tipo pone la cámara donde debe y la lleva casi siempre más allá de donde debe. Con "Sacrificio" uno ve una lección de un gran maestro, y eso lo valoro. Yo me quedo con esa poesía, con su relación con otros creadores y con su propia obra. Ahora bien, aviso para navegantes, elijan un día propicio para ofrecer su "Sacrificio".