Que la música del tantas veces soberano Roque Baños suene bastante a Elmer Bernstein y que haya un homenaje a Salvador Dalí a las primeras de cambio anticipa para el todo un demasiado de surrealismo y un poco menos de credibilidad.
Es Timothy Hutton, inconmensurable ganador del óscar por Gente corriente, el protagonista de LA CAJA KOVAC, aunque, claro, sin alcanzar las cotas de inspiración que alcanzó con aquella cinta de Robert Redford. A su lado, entre otros, el abuelo Joe, uno de los Tricicle y el hermano de Michael Berryman. Lucía Jiménez, por su parte, para el que la quiera.
A pesar de sus escenas algo torpes e ingenuas, a pesar de otras algo desagradables, a pesar de unos cuantos lances inverosímiles, se traga uno LA CAJA KOVAC de forma más o menos placentera. Sin embargo, con la digestión, que llega con un regusto a Instinto básico, a David Cronemberg y sobre todo a Pérez Reverte, lo placentero se transforma en una cosa fea y el organismo procede, sin más tapujos, a otra eliminación.