Hace tiempo que el formidable realizador Tony Scott ha sabido escapar de la alargada sombra de su hermano Ridley, otro genio de esto del séptimo arte. En esta ocasión, Tony dirige un soberbio y atrevido film sobre la vida real de Domino Harvey, una modelo que terminó como cazarrecompensas, aunque eso sí, se toma un gran número de licencias para hacer más atractiva la acción. La bella y últimamente extremadamente delgada Keira Knightley, a quien pronto veremos en la secuela de "Piratas del Caribe", es la encargada de dar vida a Domino, una auténtica inadaptada social que vive al límite junto con sus dos compañeros de fatigas: un resucitado para la gran pantalla Mickey Rourke y el debutante Edgar Ramírez, que ha causado una grata impresión. El guión, obra de Richard Kelly (guionista de "Donnie Darko) está elaboradísimo, resultando un complejo relato a base de flash-backs mediante el cual, Domino, en clave de narrador omnisciente, nos va relatando su conflictiva existencia hasta un punto en que se encuentra rodeada de mafiosos, policías y asesinos, en un contexto en el que difícilmente las cosas pueden acabar bien. Visualmente la película es perfecta, algo muy propio de Tony Scott, que a veces parece supeditar la narración a los efectos especiales y al ritmo frenético de video-clip del que tantas veces abusa. Además podemos gozar con impactantes primeros planos y rapidísimas secuencias de acción, aderezadas estas últimas con una imponente banda sonora, dentro de la que destaca un tema muy famoso de Tom Jones. Así pues tenemos giros inesperados, ritmo constante y espectacular, numerosos personajes (destacar el pequeño papel en plan crítica televisiva de Christopher Walken), acción sin límites y prodigiosos cambios de cámara que, seguramente, no dejarán a nadie indiferente, con el riesgo que conlleva, claro está, este tipo de producciones.