La he vuelto a ver hace unos días (en verdad no me acordaba de casi nada) y es una película muy entretenida y que se disfruta.

Mucha gente 'quiere ser como Jordan' (ahí vemos cola de jóvenes que se abrían paso a codazos para trabajar con él) porque comprenden que el mundo se rige por la explotación y la desigualdad, y que toca ser o lobo o cordero, no hay otra posibilidad. Los humanos tenemos demasiados anhelos y el impulso de desear en sí es insaciable.

Me gustó que Scorsese humanice a esta cuadrilla de sinvergüenzas, entre sí se protegen y son como una gran familia (hasta lo que les fue posible no se traicionaron los unos a los otros*, y la escena en la que Belfort recuerda que una de sus primeras brokers cuando empezó a trabajar atravesaba una situación muy precaria y él la ayudó y ella le respondió con lágrimas lo muy agradecido que le estuvo y lo mucho que lo quería). En verdad no son unos psicópatas que hacen el mal por el placer de hacerlo, simplemente eligen entre su propio bienestar y prosperidad y la de los demás, salvando las distancias la mayoría hacemos un poco lo mismo. Todos queremos vivir bien (por eso este tipo de cursos de venta atraen tanto, es una llave que te dará la posibilidad de cumplir tus sueños y no volver a pasar penurias económicas, ahí se ve reflejado en el final, lo que promueve nunca pasará de moda) y si es posible mejor que el vecino. Pero para que no haya problemas es mejor llegar hasta ese objetivo desde la sutileza, no meándote en la cara del otro ni amedrentándolo con una recortada, como pasa en las películas de mafiosos, sino de una forma asertiva y hasta amistosa, de lo contrario no vas a llegar demasiado lejos. Esta es la auténtica mafia que hay hoy en día. Ir a atracar a punta de pistola es pintarse una diana en la frente, hay que inventar otros medios para robar y si la víctima no se entera, todavía mejor.

Me llegó también su reflexión: si acepto renunciar, sería un hipócrita, pues son ellos los me estarían vendiendo algo a mi y no al revés, pa' vender algo ya estoy yo, y yo siempre dije que no hay que aceptar un no por respuesta. Lleva razón, desistir de hacer lo único que sabes hacer es ir en contra de tu propia naturaleza, un verdadero atentado a todo lo que eres y representas, a tu motivo de vida, a tu habilidad, es como aceptar amputarse un miembro voluntariamente. (La moral es totalmente irrelevante en esta película: ni se plantea.) Ni siquiera lo hacía por pasta, como se puede ver, estaba podrido de ella.

Scorsese, que tuvo problemas con las drogas, se asegura de que el espectador también sufra ese fin de fiesta, la bajada a los infiernos, el delirio absoluto, la vergonzosa disociación con la realidad que acaba sufriendo Jordan Belfort (curiosamente casi todos los que tienen pasta se ven asociados en algún momento de su vida con ellas) en una película que posiblemente exagere la realidad (seguramente también con la estupidez de los compradores, pero era una época sin Internet y existía mucha desinformación) para mayor gozo del público. Por tanto, no estoy de acuerdo de que sea una apología al desenfreno, pues como digo las consecuencias adversas del abuso de las drogas están expuestas con el suficiente patetismo. En verdad, se acaba burlando del protagonista, exponiendo su inmensa debilidad, la de un hombre dominado por sus adicciones (me refiero a esa escena en la que después de pasarse año y medio sobrio rasga el sofá para sacarse la cocaína que aún mantenía escondida en la casa tras una discusión con su bella esposa que se juntó con él por el fulgor del oro, pero del que se acabó desenamorando -otra constante del cine de Scorsese, las mujeres en un principio se sienten atraídas por la superficie del poder y los lujos de los hombres poderosos y arrogantes, pero se acaban hartando de ellos tras un tiempo de convivencia con ellos, aunque les construyan cinco castillos).