Encuentro bonito, tierno y agradable cuando los miembros de una pareja se meten el uno con el otro, pero haciéndolo desde el cariño y la ironía, como una especie de batalla dialéctica y de ingenio que solo persigue la risa, nunca la ofensa. Atacarse, pero con la templanza de no traspasar la delicada e imperceptible línea del agravio, lo cual es todo un arte, al alcance de muy pocos privilegiados.

Más que las escenas de desnudez de la actriz, lo que realmente enciende la función es el provocador sarcasmo con el que ataca a su pareja. Esa furia es genuina, pasional, que lleve razón o no resulta ser lo de menos (pienso que llega un momento en el que, ante la saturación, a uno/a solo le apetece llamar la atención, desahogarse, provocar, salirse de la monotonía, aunque es un rol que le atribuyo más a la mujer). Además Delpy ofrece una gran interpretación, juguetona y traviesa. La química que tiene con Hawke es tal que uno podría pensar que son pareja en la vida real.