Me parece un planteamiento muy original, con posibilidades, pero que no logra salir victorioso de un prólogo que se eterniza y de las carencias de la factura de producción. En algunos tramos, Dennis Hopper repite en exceso los mismos aspavientos (parece estar bajo el influjo de alguna droga), algunos diálogos parecen haberse gestado sobre la marcha por lo ridículos que suenan, y en general todos están muy sobreactuados al servicio de un guión insostenible, que hace aguas por todas partes.

No obstante esa historia romántica que surge entre el asesino y el objetivo (una Jodie Foster que siempre me ha resultado atractiva) te gana por el cariño, por la arrebatada necesidad de amar que transmite, por ser un intento de crear algo bonito, emotivo, que llegue al espectador. Eso sí, las condiciones no pueden ser más adversas; la emborronada dirección televisiva tampoco ayuda a crear un buen aspecto.