La fidelidad que puedas llegar a sentir exclusivamente por miembros que son tu familia, no se regala, amigos. Porque cuando el dilema se sitúa entre eso y todo lo demás, será eso último, superfluo, lo que será prescindido. Tan solo hace falta tentar al nuevo integrante ante la realidad de que tiene que ser un miembro más, y este siempre aceptará, porque la carne es vida. Y como en casa, CON LA FAMILIA, en ningún sitio. No hay nada como compartir y entregar tu vida a los que son los tuyos, y tener siempre al lado a tu familia, que siempre saciará tu sed. Ahora bien, la reproducción es una de las cuestiones vitales para la perpetración de la familia, y la pureza ha de ser buscada con la máxima determinación posible. La fiesta de la carne, el júbilo y la excitación espontánea como culto a la pieza conseguida son rituales fundamentales en esta familia, es algo que se acepta, se respeta, y se comparte. Nuevas leyes, nuevas reglas, nuevos propósitos. A cambio, todo será una existencia plagada de gozo y un cargo de relevancia dentro de una familia multitudinaria. Hay cosas con las que no se juega. Las piezas animales cazadas ya lo han aprendido. El ciervo da pena, pero hay que comprenderlo... el desarrollo de unos es incompatible con el de otros. Y gana el que gana. Es triste pero es así. La corza herida, confusa, lo sabía antes de morir. El resto de los energúmenos seguro que ni por asomo llegaron a esa conclusión.