Lo curioso es que no son los gags vulgares, zafios, de mal gusto, o como lo queráis llamar son lo que desde mi puto de vista matan esta película, sino su creciente sentido del absurdo.

<¡Pero si es algo que está relacionado!>, diréis.

¿Relacionado? ¿Por qué? ¿Desde cuando el empleo de un registro correcto del lenguaje equivale a una correcta estructura argumentativa? No son aspectos intercambiables. Otra cosa ya es que pretendáis denostar a toda costa esta película y no sepáis la manera de la cual hacerlo.


Por mi parte, esta propuesta se hace insufrible pese a pesar de antojarse divertida en un principio, debido precisamente a eso, a un nefasto por no decir inexistente hilo argumental. Por otro lado, hacer, y sobre todo inmortalizar en forma de metraje el humor gamberro no es algo tan sencillo como a lo mejor muchos creéis, pues la naturalidad siempre es una meta ardua de alcanzar si no se presta entrega ni fé en lo que estás filmando.

En este caso concreto una sucesión de paridas mal intercaladas y con una decepcionante falta de ingenio es lo que da cuerpo a este escueto filme que resulta muy inepto en todos los aspectos narrativos. Términos como la creatividad no es que no fluyan, sino que ni aparecen en un trabajo hecho con desgana y con nula profesionalidad.