Media votos
4,4
Votos
3.978
Críticas
1.567
Listas
5
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de El Extranjero :
3
7,7
27.623
Ciencia ficción. Drama
California, 1987. San Junipero es un divertido destino de vacaciones lleno de sol, surf y sexo. Yorkie (Mackenzie Davis) y Kelly (Gugu Mbatha-Raw) son dos chicas que acaban de llegar, esperando que su estancia les proporcione diversión y algún cambio en sus vidas. Multitud de jóvenes se divierten bailando en las discos de moda. Pero para algunos de los visitantes de San Junipero, en cambio, la medianoche es una hora importante en la que algo sucede. (FILMAFFINITY) [+]
27 de marzo de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el primer episodio de 'Black Mirror' al que me enfrento. Lo escogí casi por azar. Admito que la estructura de su planteamiento es ingeniosa aunque al principio no te enteras de nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Si una cosa queda clara, es que esta ficción ha comprendido perfectamente uno de los principales miedos de la sociedad, luego la identificación del público y el éxito están asegurados. En este caso se nos presenta la tecnología como placebo al miedo de morir, al rechazo de dejar esta vida. A modo de apología moral de su planteamiento, una de las protagonistas que tiene la posibilidad de pasarse a la vida eterna lleva en estado tetrapléjico desde los veintiún años, luego es lógico y hasta motivo de celebración que tenga la posibilidad de tener una existencia eterna y de carácter hedonista. No obstante la chica de color dio razones muy interesantes por las que no escogería dicha opción, pero lo que no es perdonable es que su postura se vea sacrificada en pos de satisfacer a un público instalado en el pensamiento de que la existencia eterna junto a una persona determinada es el paraíso romántico y que es imposible que exista nada mejor. Creo que dicha postura obvia importantes cuestiones tanto filosóficas como psicológicas, inquietudes que ya han sido analizadas y formuladas de forma más sabia, sensata y fascinante desde tiempos inmemoriales (el dilema de la inmortalidad, el hecho de que el valor de las cosas reside en su fugacidad) y careciendo de medios de los que se dispone hoy, va en contra del sentido de la existencia humana. Si la vida es eterna, nada importa, ni hoy ni el mañana, entonces nada carece de valor y de trascendencia. Ni el sentir, ni la espiritualidad, ni las creencias de cada uno.
En mi opinión, ya bastante daño ha hecho la implantación del modelo de las relaciones humanas a través de las redes sociales, nos ha convertido en seres más inestables y desde luego que más cobardes e ineptos, ha alimentado nuestra inseguridad haciendo que comunicar sentimientos sea toda una odisea, situando como opción preferible aquellas interacciones que posean un carácter prescindible (que es muchas veces el espíritu predominante de las conversaciones en las redes sociales) con tal de poder relegar constantemente cuestiones realmente importantes, ya que son más complicadas de abordar. Tiempo ya habrá, se dice uno/a casi inconscientemente, para afrontar situaciones que me suponen una fuente de incomodidad. ¿Y qué mejor entonces que poder ir atrasándolas eternamente, despojando de todo sentido la existencia? Sé que igual estoy juzgando con demasiada crudeza lo que quizá solo pretendía ser un simpático cuento de hadas, pero entreveo una interpretación peligrosa, basada en una concepción en mi opinión muy equivocada del sentido de la vida, que humildemente pienso que es lo último que esta sociedad necesita, en especial las generaciones jovenes, un mensaje que pueda instalar aún más en sus mentes la insensatez de no aprovechar cada momento, con estas denigrantes y artificiales fantasías de existencias eternas.
En mi opinión, ya bastante daño ha hecho la implantación del modelo de las relaciones humanas a través de las redes sociales, nos ha convertido en seres más inestables y desde luego que más cobardes e ineptos, ha alimentado nuestra inseguridad haciendo que comunicar sentimientos sea toda una odisea, situando como opción preferible aquellas interacciones que posean un carácter prescindible (que es muchas veces el espíritu predominante de las conversaciones en las redes sociales) con tal de poder relegar constantemente cuestiones realmente importantes, ya que son más complicadas de abordar. Tiempo ya habrá, se dice uno/a casi inconscientemente, para afrontar situaciones que me suponen una fuente de incomodidad. ¿Y qué mejor entonces que poder ir atrasándolas eternamente, despojando de todo sentido la existencia? Sé que igual estoy juzgando con demasiada crudeza lo que quizá solo pretendía ser un simpático cuento de hadas, pero entreveo una interpretación peligrosa, basada en una concepción en mi opinión muy equivocada del sentido de la vida, que humildemente pienso que es lo último que esta sociedad necesita, en especial las generaciones jovenes, un mensaje que pueda instalar aún más en sus mentes la insensatez de no aprovechar cada momento, con estas denigrantes y artificiales fantasías de existencias eternas.