Tratando de esclarecer alguna conclusión, una interpretación que se puede extraer es el inconformismo al que uno está constantemente sometido (como buenos ejemplos de ello vemos al prota, insoportable y repulsivo en sus actitudes neuróticas, incapaz de disfrutar de su novia a causa del miedo patológico que lo domina, o a Darín que no sabe lo que quiere, si amar de verdad o poder entregarse de nuevo a los placeres hedonistas; teniendo una cosa siempre añora la otra), que se ve roto por puntuales e imprevisibles momentos de ilusión, que además nunca llegan por el lugar que uno se espera.

Otra idea que nos deja la peli es que no hay que dar nada por sentado ni fijar conclusiones predeterminadas, pues en ciertas situaciones las personas reaccionamos de la forma menos esperada y totalmente contradictoria respecto a la imagen que suelen tener terceros de nosotros. Me refiero a la escena en la que Berta Vázquez destroza el piso de su entonces, novio, acusándolo de soso y marchándose, pero al oír que explotaba la cafetera e interpretarlo como algo grave, volver corriendo a preocuparse por él, dispuesta a ayudarle y mostrando ambos química a partir de un rasgo que marca lo opuestos que son, él tan meticuloso y ordenado y ella impulsiva y anárquica.

Otro pilar de la cinta es la reflexión del profesor, como viniendo quitarle hierro a todos estos asuntos que tan graves parecen y tanto revuelo producen en los jóvenes, suponiendo este el veredicto de un veterano que ya ha vivido la vida, afirmando que desde la perspectiva del tiempo nada de todo ese sufrimiento, que ahora parece cosa de vida o muerte, resultará tener tanta importancia.

La película se quiere despedir dejando un mensaje pesimista: que a la ex-pareja no se la puede olvidar completamente del todo, por muy bien que se lleve, verla o saber de ella altera el ser interior de alguna manera. Por otro lado el que vuelva con su ex anterior, a la que en su día dejó por Vázquez, -la cual luce mucho más resplandeciente- no es un final muy dulce que digamos. El mensaje que parece que quiere transmitir es que uno 'ha de jugar en su liga' y teniendo que en este caso el prota es auténtico cafre pues saquen ustedes sus propias conclusiones.

Pero si hay algo con lo que me quedo es con las penosas secuencias en las que nuestro protagonista se arrastra ante su idealizada amada, una terapia de choque necesaria y diría que casi obligada, reflejo de un doloroso patetismo, manual perfecto de lo que no hay que hacer.