Y ahí es cuando comienza la que yo llamo la segunda parte de la película, cuando el personaje del malogrado Edward Furlong, -que a pesar de haber protagonizado títulos tan aplaudidos como "Terminator 2" o "American History X" no ha tenido absolutamente ninguna suerte y se ve sumido en un oscuro pozo que no parece tener fondo dentro de su carrera como intérprete en el cine,- relata a sus padres lo que exactamente ha sucedido, que ha matado de la manera más accidental posible a su novia en medio de una discusión. Y ahí es cuando aparece el verdadero dilema moral, el que más enjundia presenta, y es que el padre (Liam Neeson) no ve justo que su hijo se exponga a la dura condena que le puedan imponer. La madre (Meryl Streep) en cambio difiere, y es una posición un tanto extraña, porque ¿qué madre quería que le pasase algo malo a su hijo, a pesar de todos los pesares? Lo que más me sorprende, es que el padre y la madre sean los que 'cortan el bacalao' con sus fervientes manifestaciones al respecto de lo ocurrido, pero que el auténtico implicado pase demasiado tiempo en silencio, dejando su futuro y su suerte en las manos del otro. Vale que aún no tenga la madurez necesaria, pues al fin y al cabo es un crío de 16 años, pero yo en su lugar hubiera querido participar más en lo que sería la fortuna de mi devenir. El caso es que al final, después de participación de arrogante letrado defensor (Alfred Molina), -el cual presenta cierta predisposición a saltarse y burlarse de la justicia aprovechando sus numerosas carencias y vacíos legales, deformando con ello la realidad,- incluída, se ve más influenciado por la madre y por la hermana pequeña, que piensa como tal, aparte de las fuertes presiones a las que se ve sometido por parte de los habitantes del pueblo, lo de siempre, gente con mucho tiempo libre y nada mejor que hacer que inmiscuirse en vidas ajenas, y decide declararse culpable, volviendo a relatar exactamente la misma verdad que por fin decidió contar a sus padres. El resultado, el de una condena de cinco años para el hijo y otra de un año para el padre, por ocultación de pruebas e impedimento en el transcurso de la investigación. Pero lo cierto es que yo a nivel personal no veía mal lo que decía el padre, el personaje de Liam Neeson, pues me parecía de lo más razonable, es un accidente y no fue intencionado y por tanto no hay necesidad de autoinfligirse una pena carcelaria tan grande, que bastante ya es el castigo de vivir con el recuerdo de ello a cuestas. Más grave me parece, dárselas de juez, jurado y ejecutor que es lo que hacían, por ejemplo, los paletos del pueblo con la 'aplicación de su justicia personal'. Eso sí que me parece denostable.