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Voto de El Extranjero :
3
7,6
4.803
Thriller. Cine negro
El ex-sindicalista Pedro Bengoa, previa "limpieza" de su pasado, consigue trabajo en las minas de la empresa Tulsaco, donde se reencuentra con un antiguo compañero quien, pasado algún tiempo, le propone un plan: simular un accidente y hacerse pasar por mudo para cobrar una indemnización. Pero algo inesperado sucede... (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2019
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien la trama se sigue con relativo interés, ya desde el principio no veo atisbos de la obra maestra que muchos se empeñan en reseñar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Drama laboral con pinceladas de thriller que yo sí encuentro un tanto maníqueo. Entre que la trama de por sí no atrapa del todo y uno no ve muy bien qué es lo que quiere contar, tenemos a un tipo al que ofrecen un trabajo de supervisor en una explotación minera, constando que va a percibir un salario mayor que el de sus compañeros. Se alude en repetidas ocasiones a las peligrosas condiciones y a la precaria situación económica tanto de los personajes principales, como la del país en general, un tema que por lo que veo es una constante en el cine argentino, dando igual género, año o director. La principal diferencia es que en esta ocasión no me termina de atrapar, aunque desde que pasa el 'accidente' la cosa va ganando en interés. Especial gracia me hace el juguete con ciertas contestaciones grabadas que se agencia Luppi y los momentos en los que lo llega a usar. En cambio, su abogado se muestra reticente a la adquisición, alegando que para cobrar la indemnización tiene que dar pena, cuando con eso parece g... No obstante recuerdo que en plena negociación de la cantidad a percibir, Luppi se lo acaba trayendo. Pesé a que el jefazo tiene serias dudas de si le están intentando tomar el pelo, al final accede a pagar la cantidad que Luppi y su abogado tenían en mente, esto es, 'medio palo verde', pero llega un momento en el que a Luppi parece que ya no le vale, y tras hacer uso del cacharro de las contestaciones se enfada del todo y nos obsequia con un corte de mangas magistral.
Comprendió que el dinero no le valía, no era eso lo que su espíritu deseaba. Ya en un principio, justo antes de planeralo todo, llegó buscando trabajo, le dan uno mejor que el que tenían sus compañeros, le pagaban más y él no se tenía que arriesgar tanto... pero tampoco era eso.
Como postura puede ser respetable, pero en este caso descontrola el planteamiento, porque hasta ese momento lo que se insinúa era que buscaba una indemnización. Lo corta todo de cuajo, ya que la táctica del abogado, así como todas las tretas que a raíz del incidente le tocó idear, etc... giraban en torno de conseguir cobrar.
Y para colmo tenemos este final, en el que al tipo le graban hablando (¿quién, cómo y de qué manera, quién más sabía que ahora vivía ahí?), y lo que hace al enterarse es seccionarse la lengua en un plano demasiado visible. Aún tratando de ponerse en su piel y entender su orgulloso espíritu combativo, pienso que en el momento de que emprendes una batalla, ya sea con fines económicos o ideológicos, lo haces con el objetivo del alcanzar un bienestar del que antes no disfrutabas. Por muy orgulloso, terco, incorrompible e incansable que te muestres en la lucha por tus propósitos hay ciertos límites los cuáles pienso que no tiene sentido sobrepasar, y uno de ellos es el de automutilarse.
Comprendió que el dinero no le valía, no era eso lo que su espíritu deseaba. Ya en un principio, justo antes de planeralo todo, llegó buscando trabajo, le dan uno mejor que el que tenían sus compañeros, le pagaban más y él no se tenía que arriesgar tanto... pero tampoco era eso.
Como postura puede ser respetable, pero en este caso descontrola el planteamiento, porque hasta ese momento lo que se insinúa era que buscaba una indemnización. Lo corta todo de cuajo, ya que la táctica del abogado, así como todas las tretas que a raíz del incidente le tocó idear, etc... giraban en torno de conseguir cobrar.
Y para colmo tenemos este final, en el que al tipo le graban hablando (¿quién, cómo y de qué manera, quién más sabía que ahora vivía ahí?), y lo que hace al enterarse es seccionarse la lengua en un plano demasiado visible. Aún tratando de ponerse en su piel y entender su orgulloso espíritu combativo, pienso que en el momento de que emprendes una batalla, ya sea con fines económicos o ideológicos, lo haces con el objetivo del alcanzar un bienestar del que antes no disfrutabas. Por muy orgulloso, terco, incorrompible e incansable que te muestres en la lucha por tus propósitos hay ciertos límites los cuáles pienso que no tiene sentido sobrepasar, y uno de ellos es el de automutilarse.