Tiene algún gag medianamente divertido, pero la tónica predominante es la de un humor inconsciente y dolorosamente estúpido y repulsivo. La mitificación del pardillo -remilgada autocomplacencia, o sabroso pasto para las masas más desesperadas, pacatas e inmaduras- así como un guión insostenible, prolongado hasta la extenuación, la hace insufrible. Liam Neeson se lleva un cheque fácil, Charlize Theron quizás explora un papel que a lo mejor no le ha tocado interpretar demasiado, la de mujer de carácter pero con una realidad triste que se encandila de un tonto, pero pensándolo bien, algunos millones de dólares serían el atractivo principal, por no decir el único, pues la película es realmente de baja estofa. Además es una mujer que ya demostró que no le gustan mucho las tonterías -opinión de su visita a 'El hormiguero' mediante- lo que pasa es que aquí primarían la diferencia en el número de ceros y la necesidad de mantener un cierto decoro ante la industria hollywoodiense. En ese mundo uno no siempre puede expresar su opinión de forma honesta, y pensándolo bien no siempre es necesario.