La virtud de una intriga que sabes e intuyes que es fácilmente desmontable, es que te cueste dar con el truco, porque el tiempo que emplees en buscarle las cosquillas y las lagunas al filme, serán minutos de entretenimiento, pues la película estará logrando dos de sus cometidos principales, que te metas en el argumento y pienses. De hecho, si nos paramos a reflexionar de eso y se trata la intriga, que busques la trampa, la mentira o la solución adecuada para salirte de un embrollo, para de este modo componer un puzzle verídico de la realidad.

Y es que aquí resulta de lo más laborioso, encontrar a primera vista, la solución adecuada para salir airoso, con sutilidad debido a las espinosas las circunstancias, pero de manera definitiva a ese acoso e intromisión descarada pero bien disimulada que ejerce el personaje de Ray Liotta sobre el idílico matrimonio Kurt Russell-Madeleine Stowe. Está claro que Liotta ya ha descendido el nivel de sus largometrajes, pues queramos o no, de cara al público y a la crítica, esta película resulta menos entusiasmante y enjundiosa en todos los aspectos, que la omnipresente 'Goodfellas', que supuso un boom tan fuerte, por eso verle en un rol de un psicópata cada vez más degenerado da algo de repelús, pues a medida que desagrada, sus sobreactuaciones le restan seriedad a un filme que acaba perdiéndose y resultando demasiado redudante en el desarrollo de su premisa, quedando como resultado una película estirada y demasiado descabellada, cuya premisa quizás no da para mantener dos horas de sorpresas, tensión y riqueza narrativa. Un 5.